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jueves, mayo 1, 2025

REALIDAD Y ESPERANZA

teodorobarajas

Habrá pausas en materia de relaciones diplomáticas entre nuestro país y otros estados, como el español, aunque en donde no hay prórroga es en la incidencia delictiva que azota cotidianamente en diversos rumbos de nuestra geografía, los datos son de terror, por ejemplo en el incremento de homicidios dolosos y ello contribuye para dejar un panorama desolador entre pueblos que se han vaciado con la diáspora que no concluye.

Presidentes municipales asesinados, empoderamiento de grupos del crimen organizado y otras situaciones que ponen de relieve la inseguridad a la alza y el aplazamiento de una verdadera pacificación, a ello habría que sumar la polarización constante de nuestra clase política para observar otros ingredientes que elevan el grado tóxico de nuestro ecosistema social.

Los actores políticos debieran dejar de lado la diatriba y la mezquindad galopante para optar por la construcción de acuerdos que abonen a la gobernabilidad, es legítima la discrepancia y la disidencia en un sistema democrático porque lo peor sería la imposición de un pensamiento único como reflejo del totalitarismo, aunque no parece interesarles lo que en la antigua Grecia y actualmente se le denomina el bien común.

Tal parece que pese a los múltiples signos que revelan la descomposición del tejido social, en los representantes de los partidos políticos solo existe una prioridad que es la siguiente elección, en esa repartición de un pastel llamado poder aunque cada vez sea más mermado.

El financiamiento a los partidos políticos es oneroso en nuestro país, dichas sumas millonarias podrían tener otro destino para apuntalar la satisfacción de servicios básicos que corresponde al estado garantizar, también podría canalizarse más recurso financiero a la educación o al arte y la cultura que mucho significaron en la etapa de la pandemia sanitaria por el mundo.

La clase política se anquilosó, salvo excepciones los cuadros dirigentes de la partidocracia tienen décadas columpiándose en el trapecio del poder, se reciclan, se repiten, cambian de camiseta para argumentar nuevas propuestas para modificar su discurso aunque el fondo es el mismo, los mismos directorios, igual nomenclatura.

Los problemas estructurales en México son los mismos de hace décadas aunque ahora parecen más agravados si revisamos información: impunidad, inseguridad, desempleo, rezagos educativos, pobreza extrema y corrupción. Es obvio que dichos temas no se resolverán por decreto, pero si es necesaria la voluntad en principio, aplicación de la norma y vigorizar la auténtica política para articular grandes acuerdos que tangan como base la civilidad y la legalidad.

Si no hay un cambio importante la realidad tenderá a ser aún más oscura, la violencia no se debe normalizar, no debe naufragar nuestra capacidad de asombro, es decir no podemos quedarnos petrificados ante los hechos ilícitos que se registran consecutivamente porque ello representaría nuestro final.

A fin de cuentas no podemos permitir que se liquide a la esperanza tras periodos plagados de angustia, dolor de las víctimas y el desdén al estado de derecho, las autoridades en sus diferentes niveles deben asumir plenamente su responsabilidad, los gobiernos no son propiedad de partidos políticos porque se trata de un ente activo del estado y éste debe asegurar cumplir son sus fines, acaso el más importante garantizar el bien común: paz, gobernabilidad, educación y seguridad.

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