Es fácil esquivar la lanza, más no el puñal oculto
Proverbio chino
Sólo de ridículo, es la forma en que puede calificarse el criterio del PRD para con sus militantes traidores. O quizá también pueda ser timorato o falto de pantalones.
Que hasta ahora esté decidida su dirigencia nacional a expulsar a militantes que le han jugado contras desde años meses, sino es que años, es patético.
Leonel Godoy, Fidel Calderón, Raúl Morón y Cristina Portillo forman parte de una lista de quince militantes que en las próximas horas serán echados del partido. Sin empacho ni ambages, sin pudor ni recato, todos ellos, lo mismo que varias decenas más de militantes, aunque no tan encumbrados, han venido trabajando por Andrés Manuel López Obrador, es decir, por Morena, un partido, en teoría, opositor al de la Revolución Democrática.
Eso, aquí y en China, en buen cristiano se llama traición. Por más que ellos echen mano de eufemismos para matizar su traición, o de explicaciones políticas para lo mismo, lo cierto es que no hay forma de encontrar un sinónimo que no sea ese, traición.
Traición, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, es la “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. Imposible más claridad.
En esa lógica, si Godoy, Calderón, Morón y Portillo hubiesen renunciado al PRD para apoyar a otro partido o candidato no perredista, estaban en todo su derecho, es válido. Pero lo inmoral, lo falto de ética es mantenerse en las filas de un partido –que, por lo demás, les resolvió su problema económico con las posiciones políticas y del servicio público que les abrió-, y darle la espalda, trabajando no sólo para otro partido opositor, sino lo que ello conlleva en términos de minar y socavar al que supuestamente pertenecen. En palabras llanas, renunciar y cambiar de camiseta se vale, pero jugar contras, como han hecho todo este tiempo los cuatro ilustres perredistas michoacanos, es un monumento a la inmoralidad. Punto.
Ellos se niegan a aceptar, claro, ese término, el de inmorales.
Pero igual de criticable es entonces la postura del PRD, al ser incapaz de asumir una actitud más digna y drástica contra quienes le traicionan. Bajo la justificación de que los estatutos no contemplan dar de baja a ningún militante, aunque éste caiga en actos de traición, mientras no sea periodo electoral, la dirigencia perredista vio cómo se burlaban todos estos meses en su cara Godoy, Calderón, Morón, Portillo y compañía, sin tener los pantalones para meterlos en cintura o de plano de correrlos, como haría cualquiera con un mínimo de decoro y dignidad, en política y en cualquier campo de la vida. Ahora se atreve por fin y dice tener lista la renuncia de ellos, cuando éstos ya cubrieron su cuota de traición al PRD en favor de López Obrador, sólo porque tienen claro que con él el futuro y la garantía de mantenerse pegados a la ubre presupuestal, es más sólida.
En todo caso, bien podría decirse también que el PRD se merece que sus militantes le traicionen, al no ser capaz de actuar con dignidad a tiempo. Hoy anuncia que lo hará, sólo que, huelga aclarar, es demasiado tarde. El mal ya lo hicieron y hoy los cuatro se marchan orgullosos, con la satisfacción del deber cumplido. Sin duda, merecido se lo tiene el Sol Azteca, porque, como bien dice la jerga popular, el que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame.