La adulación es como la sombra: no nos hace ni más grandes ni más pequeños
Proverbio danés
El Congreso del Estado, anunció este martes el líder de la bancada perredista, Manuel López Meléndez, fungirá como intermediario entre la Rectoría y los dos sindicatos nicolaitas, para tratar de destrabar la problemática financiera que enfrenta la Universidad Michoacana, que ha llegado al punto del estallido luego de que este 31 de octubre no hubiera el recurso suficiente para el pago completo de la abultadísima nómina.
Supongamos, sin conceder, que es bien intencionado el ofrecimiento de López Meléndez. Empero, lo que la Universidad requiere no es que nadie funja como intermediario, sino que se encuentre la solución de fondo a sus gravísimos problemas financieros, que la mantienen ya no al borde del precipicio, sino en caída libre rumbo al vacío.
¿Cómo en qué puede ayudar que alguien haga las veces de intermediario en el conflicto universitario, si el problema es de dinero, no de voluntad?
La Universidad no requiere un mediador, porque no está viviendo un problema político susceptible de resolverse por la vía diplomática. Hoy, la institución requiere alrededor de seiscientos millones de pesos para resolver sus compromisos de nómina y gasto corriente de aquí al fin de año.
Pero de fondo, lo que requiere es una transformación absoluta en su modelo operativo: suprimir las casas de estudiantes; que empleados y profesores –todos, no sólo los de nuevo ingreso- aporten algo de su salario para conformar el fondo de jubilaciones y pensiones; que todos ellos no se jubilen sino hasta los 35 años de servicio; que los miles de ocupantes de plazas innecesarias sean liquidados y sólo queden vigentes las que se justifiquen; que los salarios de los trabajadores de confianza y funcionarios se reduzcan notablemente; que las leoninas “conquistas” sindicales, como canastas superfluas, se cancelen, lo mismo que los múltiples y absurdos bonos que los sindicatos han arrancado por medio del chantaje a los rectores en turno. Mínimo, eso es lo que demanda hoy la Universidad.
Pero resulta que ni el rector ni los sindicatos tienen autoridad legal para formular ningún cambio de fondo; son los diputados los únicos con esa atribución. Luego entonces, lo que ellos deben hacer no es mediar, sino resolver de fondo la problemática, a través de la elaboración de una nueva Ley Orgánica universitaria. Cuando López Meléndez anuncia con bombo y platillo que los diputados van a hacerla de intermediarios, lo que en realidad está diciendo es que siguen sin aceptar su responsabilidad de asumir el protagonismo en los cambios que urgen en la Universidad y pretenden distraerse la atención con eso de fungir como simples intermediarios.
No, señores diputados, no los queremos como intermediarios, primero porque no tienen la estatura política para fungir como tales y luego porque ese rol no se necesita en la Universidad, hace mucho que dejó de servir. Hoy, los necesitamos como protagonistas del cambio estructural en la vida nicolaita, con una nueva Ley Orgánica. Es decir, los queremos como legisladores, no como políticos. ¿Está claro?