Los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal
Enrique Tierno Galván (1918-1986). Sociólogo español
Cuando parecían enviar señales de cierta apertura y de dejar atrás la insana y nefasta práctica de distribuirse las posiciones en organismos autónomos o descentralizados, cual rebanadas de pastel, las bancadas legislativas vuelven a las andadas y este miércoles toman una decisión obscena.
En efecto, los diputados designaron a Luis Gerardo Barajas Sandoval auditor especial de la Auditoría Superior de Michoacán.
¿Y eso qué tiene de especial? Pues nada, que la designación es inmoral y en una de esas hasta ilegal. ¿Por qué? Bien, inmoral, porque es un incondicional de Carlos Quintana, el líder de la bancada panista, lo que debiera haberle vuelto inviable, si lo que queremos es autonomía y objetividad en el trabajo de un auditor. No es descabellado que Barajas, como auditor especial, tuviera en el futuro próximo que resolver algún tema relacionado con la gestión de Quintana, alguna queja o denuncia por eventual irregularidad. ¿Alguien es tan ingenuo como para pensar que en ese supuesto actuaría con independencia? Barajas le debe la chamba a Quintana y a los intereses de éste responderá por siempre.
Y muy probablemente sea una designación ilegal, o al menos que raya en ello, porque resulta que el señor Barajas obtuvo una calificación ¡de seis!, sí, ¡de seis! en la evaluación a la que se sometió por parte del Congreso como interesado en ocupar el cargo de auditor especial. Si todos los comparecientes hubieran tenido una menor calificación, digamos que pudo haberse explicado que se designara a Barajas (y ni aun así, quizá, porque con ese nivel lo mejor sería haber repuesto el procedimiento), pero el caso es que hubo candidatos con mejores calificaciones, que fueron hechos a un lado dolosamente para dar paso al bendecido por Quintana. Ahí es donde pudiera haber un viso de ilegalidad en la designación y no sería descabellado que las víctimas del atraco procedan administrativa y legalmente en contra del Congreso. Seguro ganarían con la mano en la cintura un recurso jurídico.
Menudo precedente: en Michoacán no hace falta sino tener una evaluación de seis para alcanzar una posición burocrática de privilegio, como es ser auditor especial. Quintana aseguró a los reporteros tras la irregular designación, que no fue una imposición suya y que Barajas no tiene ningún antecedente de corrupción. Es probable que así sea, pero no puede el Congreso tomar una determinación de tal magnitud, sólo con el argumento de que el favorecido no tiene antecedentes de corrupción. En esa lógica, hay miles, acaso millones de michoacanos con ese mismo atributo.
No, los michoacanos no queremos a alguien que va a auditar el manejo del recurso público sólo porque no tiene antecedentes de corrupción. Sí, es un requisito sine qua non, pero también lo es la capacidad y la independencia. Supongamos que Barajas cubre el primer requisito, el de la honorabilidad, pero evidentemente no cubre los otros dos: su capacidad es nula al obtener un seis de calificación en un examen específico sobre la función que va a desempeñar, y no tiene la menor independencia ni autonomía, por lo menos no respecto de Quintana, del PAN, seguro de Marko Cortés y toda la cauda de compromisos y ataduras que ello conlleva.
¿Para qué deben los especialistas en fiscalización quemarse las pestañas con grados académicos, con maestrías, con doctorados, si para llegar a auditor especial sólo se requiere sacar un seis de calificación y, eso sí, ser amigo de Quintana?.
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