EL DILEMA DE SER JOVEN
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, dependiente de la ONU, en Latinoamérica el 60 por ciento de los jóvenes entre 20 y 29 años de edad, siguen viviendo en la casa de sus progenitores.
Estudios realizados en diversos países de la región arroja que, en los últimos años, a los jóvenes les resulta más difícil volverse financieramente independientes en el mercado laboral; es más difícil encontrar un trabajo estable y poder adquirir una casa o un departamento.
En México, el 46% de los jóvenes de entre 20 y 29 años aún viven con sus padres. Aunque la cifra ha disminuido desde 2016, sigue siendo alta en comparación con países como Dinamarca (10%), Suecia (12%) y Finlandia (13%).
Los estados con mayor concentración de jóvenes que permanecen en casa suelen ser aquellos con altos costos de vivienda, como Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. En estas ciudades, la renta promedio oscila entre 10,000 y 14,000 pesos, lo que dificulta la independencia económica para muchos jóvenes.
Además, si agregamos que los requisitos para rentar, por ejemplo, existen gastos extras como depósito, aval, mantenimiento y servicios, lo que lo hacen prohibitivos para ese sector poblacional.
Hay que considerar que, muchos jóvenes enfrentan empleos con salarios insuficientes para cubrir una vida independiente.
Pero existe un motivo muy poderoso que tiene que ver con el factor cultural, donde en México, es común que los jóvenes permanezcan en casa de sus padres hasta el matrimonio o estabilidad financiera.
Esta tendencia tiene un impacto económico, ya que reduce el dinamismo del mercado inmobiliario, con menos ingresos disponibles para inversiones personales, sectores como tecnología, ocio y bienes raíces ven un menor crecimiento
Y finalmente afecta la economía familiar, toda vez que muchos jóvenes siguen dependiendo económicamente de sus padres para cubrir gastos básicos, lo que prolonga la carga financiera para generaciones mayores.
A diferencia de generaciones anteriores, ahora es común que los jóvenes pospongan su independencia hasta los 30 años o más. Con más adultos jóvenes en casa, los hogares pueden experimentar mayores tensiones o, por otro lado, fortalecer lazos intergeneracionales.
Así que la próxima vez que quiera echar de casa a si hijo joven adulto, piense que las circunstancias en que nosotros iniciamos una vida independiente, no son las mismas.