Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto
George C. Lichtenberg (1742-1799). Escritor alemán
Lo que pasó en el despacho del gobernador este sábado, entre él y Andrés Manuel López Obrador, sólo ellos lo saben, porque no hubo testigos. Nadie más estuvo presente.
Pero afuera, en un evento ante unos doscientos invitados, en el patio central de Palacio de Gobierno, ambos dejaron sentir que hay el compromiso de “poner por delante a Michoacán”, más allá de las naturales diferencias partidistas.
No sé, nadie sabe, si dicho compromiso es de dientes para afuera, pero en todo caso debemos tomarles con toda seriedad ese compromiso, para poder restregarlo luego, si fuera necesario, a cualquiera de los dos.
Aureoles había insistido en los días previos a la visita sabatina de López Obrador, en enviar señales de colaboración. “Por mí, por mi gobierno, no habrá motivos para no trabajar en estrecha colaboración con el próximo gobierno federal”, remachó en más de una ocasión recientemente Auroles.
La respuesta del tabasqueño no fue inmediata, pero la fijó este sábado ahí en Palacio de Gobierno. Ofreció lo mismo, colaboración, apoyo, respeto. Pues habrá que tomarle la palabra y suponer que, en efecto, así será la relación con Michoacán, particularmente con su gobierno.
Es lo menos que puede esperarse y, sobre todo, es lo menos que puede exigirse de ambos personajes. Suena a lugar común, pero es absolutamente real y vigente: ya mucho afectó un pleito que de político y partidista pasó a personal entre Felipe Calderón y Leonel Godoy, como para que se reedite a partir de diciembre.
Nadie con un mínimo conocimiento de política, podrá suponer que habrá con López Obrador, los apoyos que hubo con Enrique Peña Nieto al gobierno silvanista. Es ilógico esperar que vuelva a ser lo mismo, pero sí es exigible que al menos esté garantizada la relación institucional, que el gobierno obradorista no le ponga el dedo a Aureoles y con él a Michoacán.
Veremos si hay el talante democrático para ello. Por lo pronto, aunque pueda haber sido de dientes para afuera, hay que quedarnos con el compromiso del próximo presidente. Pareció una buena señal la del sábado. Veremos qué tan real fue.