El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva, es que el fin justifica los medios
Georges Bernanos (1888-1848) Ensayista francés
La dirección del Ooapas, a cargo de Julio Orantes, ha iniciado las negociaciones con el sindicato del organismo. De la manera en que la conduzca y, sobre todo, por las conclusiones y compromisos a que llegue, en mucho dependerá el perfil del ayuntamiento que encabeza Raúl Morón.
El alcalde y Orantes, sobre todo el primero por ser la cabeza de la Comuna, deberán despojarse de su proclividad al sindicalismo, y anteponer el interés de Morelia y sus habitantes.
El del Ooapas es un sindicato acostumbrado al chantaje y la presión hacia la autoridad, táctica que históricamente le ha dado resultados, a grado tal que constituye hoy una élite auténtica en el sindicalismo ya no moreliano, ni siquiera estatal, sino nacional: sus agremiados perciben, en promedio, tres veces más que los empleados municipales, y tienen una serie de prebendas que por exageradas resultan ofensivas. Ni hablar de que otro “logro” del sindicato es tener hoy una plantilla de más de setecientos trabajadores, cuando el organismo no requiere más de trescientos. Es decir, hay unos cuatrocientos “semi aviadores”.
A lo largo de los años, el sindicato ha sabido doblar a los alcaldes en turno. Ninguno tuvo las agallas para ponerle un alto a su ambición desmedida, en aras de tenerlo “controlado”. Pues controlado y todo, pero por ello el sindicato ha sido una piedra en el zapato de las arcas municipales, dado que cada año de éstas tienen que salir varios millones de pesos para que el Ooapas complete el recurso para su nómina, dado la abultada de la misma.
Alfonso Martínez, hay que decirlo, fue el único alcalde que marcó un alto al voraz sindicato, lo que explica el paro de dos meses de actividades de éste, al concluir la anterior administración.
En cuanto llegó a la Alcaldía, Morón planteó a los sindicalizados del Ooapas regresar a laborar, con el compromiso de instalar a la brevedad una mesa de negociaciones para analizar la demanda de aquellos, que no es otra cosa que aumento salarial y tener espacios para colocar a la gente que el líder quiera en los mandos medios y superiores del organismo.
Buen ejercicio político el de Morón. Logró que regresaran a laborar los sindicalizados, pero ahora llegó la hora buena, la de las negociaciones y, sobre todo, la de los acuerdos. Es deseable, mejor aún, es exigible que Morón y Orantes no se dejen doblegar por los sindicalizados del Ooapas. Éstos deben darse por bien servidos con que mantengan sus leoninas condiciones laborales vigentes, antes que pensar en mejorarlas aún más. Morón y Orantes deben ver por Morelia, no por un sindicato voraz y depredador de las finanzas municipales.
Morón, si de plano se siente arrinconado en las negociaciones, tiene un as bajo la manga: amagar con el cierre del Ooapas, la liquidación conforme a derecho de todo su personal, y la creación de una nueva oficina que atienda los asuntos de agua potable y alcantarillado de la capital, sólo con el personal requerido y con las condiciones laborales acordes a la realidad municipal. Veremos.