El mago hizo un gesto y desapareció el hambre; hizo otro gesto y desapareció la injusticia; hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció al mago
Woody Allen (1935-?) Cineasta norteamericano
Siendo una herramienta fundamental, prácticamente indispensable en toda sociedad que se precie de democrática, la consulta popular prácticamente ha nacido muerta en México.
Lo paradójico es que siendo Andrés Manuel López Obrador el promotor de las consultas populares, como instrumento de gobierno preliminar a la toma de decisiones de gobierno, es el propio tabasqueño el que mató ese ejercicio democrático, al prostituirlo y volverlo una farsa.
Primero, ya se sabe, fue la consulta sobre el nuevo aeropuerto del Valle de México, y ahora, no conforme con el fiasco que resultó de aquella, repite este fin de semana la dosis con otro ejercicio no menos ridículo y burdo, sobre diez preguntas de demagógico planteamiento, encabezadas por la referente a la construcción o no del Tren Maya.
Así, un instrumento de enorme valor y que pudo haber marcado en positivo al gobierno lopezobradorista, fue echado a la borda antes de nacer siquiera. El presidente electo lo abortó.
Y es que si bien ya él anunció que en marzo vendrá otra consulta, ahora sí con todo el carácter legal y organizada por el Instituto Nacional Electoral, como marca la Constitución para que tenga validez, es claro que ya esa tercera será el hazmerreír, será la chunga completa, más material para memes en redes sociales que como ejercicio para la toma de decisiones gubernamentales.
Pero que quede claro desde ahora: que hayan nacido muertas las consultas, no es por culpa de la ciudadanía, ni siquiera de la escasísima parte de ella que participó en las dos primeras simulaciones, sino del propio López Obrador.
El tema que aborden próximas consultas, ya sólo formarán parte del anecdotario nacional. Si no, al tiempo.