El poder no corrompe. El miedo corrompe, tal vez el miedo a perder el poder
John Steinbeck (1902-1968) Escritor norteamericano
A la luz de lo prostituido que terminó el proceso de descentralización de la educación a los estados, acentuadamente en casos como Michoacán, era sólo cuestión de tiempo para que el gobierno de Silvano Aureoles tomara la decisión de devolver el sector a la Federación, de donde, francamente, nunca debió salir.
Habrá que decirlo: garantizar la educación básica es obligación del gobierno federal, primero, y segundo, la descentralización jamás operó porque la cesión de facultades no fue aparejada por el recurso presupuestario suficiente para encararla por los estados.
Así, las finanzas estatales comenzaron a verse carcomidas por el sector educativo y, lo peor, sin ninguna compensación en términos de una eficiencia y una calidad que justificaran el desembolso.
En el caso michoacano, a ello habría que agregar la inmoralidad que a la par cometieron gobiernos y dirigencias sindicales del magisterio, particularmente la depredadora Cnte, al firmar minutas leoninas, por abusivas, en favor de un gremio que jamás ha devengado los miles de millones de pesos que cuesta al año.
En ese sentido, habrá que reconocer que más que responsabilidad de la Cnte o del Snte, es de los gobernadores y secretarios de Educación, y en ocasiones de Gobierno, que no tuvieron los pantalones para poner un alto a la ambición ilimitada de los sindicatos.
A la vuelta de los años, el sector educativo –que no la educación, que conste- comenzó a absorber más y más parte del presupuesto estatal, hasta el punto en que de plano el gobierno se quedó sin dinero prácticamente para nada, nada de obra pública, nada de programas sociales, nada de pago a proveedores y contratistas. En pocas palabras, los sindicatos magisteriales llevaron a la ruina al gobierno y con él a Michoacán.
Por todo ello, incluso hasta se tardó Aureoles en tomar la decisión de devolver los servicios educativos a la Federación. Era obligada, Aureoles y su gobierno estaban ya arrinconados por la Cnte. Fue un manotazo en la mesa, esperemos que aún a tiempo, en la que sin duda es la decisión más trascedente hasta ahora para el gobierno silvanista.
Ahora, no queda sino esperar que el gobierno estatal se faje los pantalones y soporte la embestida centista y quizá del próximo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador. Jurídicamente, la medida no tiene espacio para la duda. En lo político, desde luego que sí. Ni hablar, la Cnte mató la gallina de los huevos de oro. Es exigible ahora que Aureoles se mantenga firme. Veremos.