El periodismo es libre o es una farsa
Rodolfo Walsh (1927-1977) Periodista argentino
Luego de su familia, mi tío tuvo varias pasiones: el fútbol, la milicia, la odontología, el café matutino en El Olmo…y la radio.
El doctor Abdiel López Rivera falleció este miércoles y con él se va una auténtica institución en todas esas facetas, pero sobre todo en la comunicación, más específicamente, en la radio.
“Su” Micrófono Abierto fue en buena medida mi inspiración para orientarme al periodismo. Para mí y para muchos más. Multifacético en la vida, no podía ser diferente en la comunicación: pionero de las transmisiones de partidos de fútbol, haciendo mancuerna con otro gigante, Augusto Caire; incursionó luego en la conducción de programas musicales en la radio, lo mismo que otros se corte cultural, pero la cumbre la encontró con un esquema que por simple fue eficaz: abrir el micrófono para dar voz a los que casi en ninguna otra parte la tenían.
Hoy puede parecer rutinario, hace cuarenta años fue una absoluta innovación: difícilmente puede ubicarse otro programa de la radio moreliana que le compita a Micrófono Abierto en rating, en credibilidad; ciudadanos de “a pie” peleaban el espacio con políticos encumbrados. Al final, todos hacían fila, pero todos alcanzaban.
Ahí, la denuncia sin cortapisas, la queja valiente, la crítica mordaz de morelianos que encontraban una catarsis, pero no etérea, porque casi siempre tenía respuesta: pocos políticos y funcionarios dejaban de escuchar y atender.
Fue darle a la radio un sentido mucho más trascedente que el mero entretenimiento, que la mera diversión. López Rivera le dio un alcance de auténtica profundidad a un medio de comunicación hasta ese tiempo reducido al solaz.
Hoy no hay más micrófono abierto, no con “el doctor”, pero el reto para los que estamos en esto es mantener siempre abierto el micrófono.
Sin duda, ha sido un antes y después de él. Hoy el micrófono está de luto. Descanse en paz el tío.
PD: nimiedad al canto: yo, americanista de corazón y de toda la vida, me vestí de chiva algún tiempo, al jugar en su inolvidable Guadalajara de la Liga Municipal allá en los ochenta. “¡Cómo son malos para jugar!”, nos espetaba a su hijo Temo y a mí, a manera de reto, de acicate, pero eso sí, nunca nos sacaba del cuarto titular, sobre todo en los partidos de élite, los domingos a las cuatro de la tarde en el legendario campo Independiente, justo contra el todopoderoso cuadro del mismo nombre, el de don Félix Cerda.
jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>