Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad
Miguel Delibes (1920-2010) Escritor español
Sin que evidentemente sea su propósito, Alfredo Ramírez Bedolla está dejando claro que no todo en Morena es sin razón, locuras y sandeces, sino que también hay sentido común y racionalidad. No mucha, cierto, pero la hay.
Tras la lamentable declaración del director del programa de Zonas Económicas Especiales, en el sentido de que éstas desaparecerían, funcionarios de la Cuarta Transformación y de Morena se dieron a la tarea de tratar de paliar dicha declaración, por la gravedad y riesgos que implica para México. Pero lo hicieron con tibieza, sin profundizar en la acotación y acaso dejando más dudas que las que pretendían disipar.
En cambio, el diputado morenista Ramírez Bedolla, recientemente bajado de la coordinación de la bancada de su partido en la 73 Legislatura, a punta de garrotazos propios del salvajismo con el que suele conducirse Cristina Portillo, se dio a la tarea de congregar a los líderes empresariales más importantes del estado, y él mismo encabezar una embestida contra la insensatez de cancelar las ZEE, seguro de que es un programa indispensable para reactivar la economía del país y particularmente algunas de sus zonas más pobres, como el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas.
Ramírez está consciente de la relevancia de echar a andar las ZEE y ha emprendido una cruzada para presionar al gobierno federal para su permanencia, con todo y que cancelarlas sea decisión presidencial, sin duda. Los líderes empresariales le secundan y es deseable que tengan éxito en esa gestión.
Como sea, habla en positivo de un diputado que aguantó a pie firme la puñalada trapera que le asestaron Cristina Portillo y Fermín Bernabé, y que ahora está revirando en forma por demás exitosa y promisoria, el echarse al hombro la presión a la 4T para que no siga adelante con la estupidez de cancelar las ZEE.
Y en esa ruta, el legislador plantea una alternativa interesante, si de plano encuentra cerrazón en el caso de las ZEE: que el puerto michoacano sea declarado zona de frontera abierta, similar a la que opera en la frontera norte del país, para que también bajo ese esquema haya estímulos fiscales a la inversión. En una de esas, el escenario ideal sería que lograra que se mantuviera vigente la ZEE en el puerto michoacano, y a la par éste fuera decretado zona de frontera abierta.
Hay que admitir que es loable el esfuerzo de Ramírez Bedolla, y altamente deseable que desemboque en el éxito.
Por lo demás, Ramírez está restregando en la cara, eso sí, con guante blanco, a Cristina Portillo y a Fermín Bernabé, la diferencia de nivel en el liderazgo de la bancada morenista en el Congreso local. Si esto fuera lucha libre, Ramírez sería un técnico, y Portillo no una ruda, sino una rudísima, de golpes bajos y piquetes en los ojos. Ramírez está buscando la altura de miras en la política, Portillo es especialista en practicarla en las cañerías, y allá está llevando también a Bernabé.