La política es el arte de disfrazar de interés general, el interés particular
Edmond Thiaudiere (1837-1930) Escritor francés
Está claro que al presidente López Obrador le prendieron las alarmas la decisión de Twitter de suspender la cuenta de Donald Trump, cuando éste aún estaba en funciones como mandatario de Estados Unidos. Y no sin razón: si al político, en ese momento aún, más poderoso del mundo, Twitter lo sacaba del aire sin ningún miramiento, con menos dificultad puede hacerlo con cualquier otro. Y entre ellos a él, por supuesto, al tabasqueño.
En ese mismo momento, López Obrador echó a andar la idea de diseñar algún mecanismo que evitara que, llegado el caso, a él también le bajaran su cuenta en cualquier red social, o a su gobierno o, lo más importante, a las cuentas artificiales que el propio gobierno tiene para desenvainar la espada contra los opositores al régimen y, obvio, salir en defensa de éste cuando sea necesario.
Y la orden para ejecutar el plan no podía ser dada a nadie que no fuera Ricardo Monreal, el mil usos presidencial. Rápido pusieron manos a la obra y la iniciativa está lista para ser ventilada con carácter de urgente, porque las elecciones están a la vuelta de la esquina. Difícil encontrar, incluso a nivel mundial, a un político que haya aprovechado desde la oposición las redes sociales para llegar al poder, como López Obrador. Ha sido el gran beneficiado de ellas, de ahí su calificativo de “benditas redes sociales”.
Claro, fueron benditas mientras le sirvieron como incendiario opositor. Una vez llegado al poder igual le han seguido sirviendo, hasta el momento en que descubrió que con la mano en la cintura Twitter o cualquier otra red, lo podían echar fuera, bajo la normatividad de ellas mismas. Si se lo hicieron a Trump…
Y para el presidente y su partido, el dominio de las redes es fundamental de cara a las elecciones. Por eso el terror que les generó quedar fuera en algún momento del proceso. Y de ahí la iniciativa monrealista que busca ir a la contra ofensiva: en lugar de ser controlado por las redes, el gobierno quiere controlarlas a ellas. La iniciativa de marras establece que sea el Ifetel el organismo del poder público de México el que las regule, el que defina los criterios que ellas deben seguir para autorizar o no una cuenta particular, y el que incluso sancione económicamente a la red que desacate esa normatividad oficial. Obvio, Amlo sabe cómo tener en un puño a Ifetel, aunque supuestamente sea autónomo.
¿Qué va a pasar? Pues que Twitter, Face y demás redes, no estarán dispuestas a someterse a las reglas políticas de un gobierno y antes de ello saldrían de ese país. Luego de eso, el gobierno creará sus propias redes y, obvio, decidirá quién sí y quién no ingresa. En China, Cuba, Corea del Norte, por ejemplo, así operan las cosas: si usted, como turista, teclea en su computadora o en su celular “Google”, no abre nada, en todo caso se remite al buscador que el gobierno tiene diseñado y controlado. Lo mismo Twitter o Facebook o Instagram.
A corto plazo, pensando en las elecciones, desde luego que el gobierno no piensa en eso, porque no le alcanza el tiempo, pero sí a mediano plazo. Por ahora, se conformará con que dejen de operar las redes en México, bajo el principio pragmático de que si bien le son necesarias, más le son evitar que se constituyan en una fuente de crítica de la oposición. Es decir, el gobierno requiere las redes para las elecciones, sí, pero si no las puede regular de inmediato, al menos que tampoco le sirvan a sus opositores. Que nadie tenga acceso a ellas, y eso lo logrará ahuyentándolas una vez que se apruebe su dictatorial y fascista iniciativa. Si no, al tiempo.
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