Tú eres legal, Eli es legal. De la legalidad sólo puede salir el supremo bien
Platón (347-429 A. de C.) Filósofo griego
Desde que se logró, por allá en 2001, hace justo 16 años, el rescate del Centro Histórico moreliano, nunca se había alertado por parte de la autoridad que fuese un riesgo grave la vuelta del comercio informal a esa zona. Hasta este domingo, en que José Luis Gil Vázquez, secretario de Servicios Municipales, advierte de ese peligro.
La autoridad es regularmente más cauta de lo que debiera, en aras de no generar alarma con sus declaraciones. En esa lógica, si Gil Vázquez lanza la referida advertencia, debe colegirse que ésta puede ser absolutamente real. Más seria, incluso, de lo que puede suponerse.
Y que los comerciantes de la vía pública intenten posesionarse otra vez del Centro Histórico, puede tener al menos un par de consecuencias: una, que esté en riesgo el nombramiento de la zona como Patrimonio Cultural de la Humanidad, y dos, que la criminalidad y el caos vuelvan a adueñarse del área, con todas las implicaciones de seguridad y legales que ello conlleva.
La recuperación del centro por parte de los gobiernos estatal y municipal, ha sido una de las pocas batallas ganadas por la institucionalidad y el estado de derecho. En Morelia, como en Michoacán en general, ya se sabe, suelen ganar el chantaje, la ilegalidad, el caos, la anarquía.
Por eso, el gobierno de Alfonso Martínez Alcázar no puede, bajo ninguna circunstancia, permitir la vuelta del ambulantaje. No sólo le marcaría negativamente como gobierno, sino que le significaría a la ciudad mil pasos para atrás en términos de legalidad y orden. El problema es que la operación hormiga va ganando terreno. Cada día aparecen unos pocos ambulantes más. De a poco, pero a la vuelta de semanas y meses, sí es evidente que paulatinamente van ganando terreno.
Y lo ganan también mediáticamente, porque todo operativo de inspectores municipales para desalojarlos, regularmente es fustigado por la opinión público, que casi siempre victimiza a los comerciantes, pese a que en su gran mayoría son fuereños, son violentos, son chantajistas, pero como lo políticamente correcto es estar del lado del “débil”, así éste forma parte del crimen organizado, pues los medios de comunicación, las instancias defensores de derechos humanos, las fuerzas políticas opositoras a Martínez –todas, dado que éste no tiene partido que lo respalde-, todo mundo se le va a la yugular al ayuntamiento por ir contra los “pobres” comerciantes.
Éstos incluso han mandado al hospital a inspectores municipales, por las golpizas que les propina, y nadie dice nada. Casi todos ellos tienen ligas con el crimen organizado, y tampoco nadie dice nada. Lo políticamente correcto, insisto, es apoyarlos.
Pero Martínez Alcázar no puede dejarse amedrentar ni por la opinión pública, ni por los medios ni por las oficinas defensores de los derechos humanos. Su obligación es garantizar que el intento de los ambulantes por volverse a adueñar del Centro Histórico, no fructifique. No sólo debe mantener, sino fortalecer, los operativos para retirar de la vía pública a los ambulantes, que parecen empeñados en cobijarse en ese manto de “protección social” para someter a la autoridad. Aquí sí, el alcalde debe ser absolutamente inflexible. Veremos.