Es imposible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustituto de la educación individual
Alexis Carrel (1873-1944) Científico francés
Menuda sicosis provocó en el seno de la Universidad Michoacana el rumor de que este miércoles los diputados aprobarían reformas al régimen de jubilaciones y pensiones.
Empero, la información resultó una verdad a medias, porque lo que en realidad se hará en la sesión legislativa será dar primera lectura a una iniciativa de la diputada Rosa María de la Torre, que busca garantizar que la Universidad siempre reciba como presupuesto al menos el mismo monto que el año anterior.
Sin embargo, aprobar dicha iniciativa lleva implícita la obligación para la Universidad de presentar en un plazo no mayor a cuarenta y cinco días, una propuesta de reingeniería financiera, que incluya desde luego una reforma al régimen de jubilaciones y pensiones, pero también otros varios rubros de contención del gasto en renglones no prioritarios y fórmulas para ampliar la captación de recursos propios.
Y he ahí el problema: los nicolaitas no están acostumbrados a la transparencia ni a su hermana gemela, la rendición de cuentas. So pretexto de la autonomía de que por ley gozan, los universitarios suelen ser opacos en extremo, quedando casi siempre a discreción y en función de la legalidad con que se conduzca la rectoría en turno, el nivel de rendición de cuentas de la institución.
Por eso, la comunidad nicolaita, con el rector y los sindicatos a la cabeza, tuvo este martes un escenario de claroscuros: por una parte, aplaudió que se le busque garantizar por ley un piso mínimo de recursos presupuestarios cada año, pero por otra arremetió de inmediato contra los candados y condicionantes que pondrían los diputados, porque esto último implica compromisos de transparencia y de rendición de cuentas, amén de aplicar medidas que terminarían con las condiciones laborales leoninas que hoy obran a favor de una clase sindical de élite, y que los nicolaitas no parecen dispuestos a cumplir.
También es cierto que la actual legislatura sólo dejará, como se dice, la víbora chillando: iniciará el proceso legal para modificar la Ley Orgánica de la universidad, pero dejará que sea su sucesora la que decida si sigue adelante o no. Los actuales diputados tuvieron tres años para poner el tema en la mesa, pero se esperaron hasta cuarto para las doce para hacerlo, sabedores que los tiempos no dan para materializar ninguna reforma antes de septiembre. En todo caso, cabe aquello de que más vale tarde que nunca.
Por lo pronto, es deseable que los diputados no cedan a la presión y la embestida universitaria, y este mismo miércoles den los primeros pasos para llegar a cristalizar la anhelada y urgente reforma integral a la llamada Casa de Hidalgo. Veremos si hay voluntad y compromiso para ello.