Ningún hombre es demasiado bueno como para gobernar a otro sin su consentimiento
Abraham Lincoln (1809-1965) Presidente de Estados Unidos
La amenaza de “volar” el edificio del periódico capitalino Reforma, supuestamente por alguien auto identificado como parte del Cártel de Sinaloa, puede ser una payasada estúpida o bien un amago fundado, por tanto, no puede echarse en saco roto.
¿Se le puede atribuir responsabilidad de ello al presidente López Obrador? De entrada, por supuesto no, si nos atenemos a que nadie puede ni debe responder por los demás. Empero, si el enfoque se orienta a algo que podríamos llamar “responsabilidad indirecta”, entonces probablemente sí.
Hay elementos para, al menos indirectamente, insisto, atribuir al presidente una dosis de responsabilidad en el ataque a Reforma, ataque hasta ahora virtual, pero materializarse.
Veamos: en general, la prensa es vilipendiada un día sí y otro también por López Obrador; luego, en particular Reforma es objeto de sus furibundos ataques cotidianos; enseguida, no se puede perder de vista que la inmensa mayoría de los seguidores del tabasqueño suelen no contar con una mínima dosis de raciocinio y se han vuelto ciegos seguidores de su doctrina, y si él califica a la prensa de enemiga, eso lo es también para sus fanáticas huestes.
Alentar al odio desde el púlpito presidencial trae consecuencias, tarde que temprano, más cuando la ignorancia es la recipiendaria de esos mensajes.
Y un peligroso añadido: la amenaza se la atribuyó alguien que se identificó como parte del Cártel de Sinaloa. Cierto, puede tratarse de un embuste, pero es imposible olvidar el trato preferencial y hasta amoroso que el presidente da a los capos y en particular a dicho cártel, desde apiadarse de las condiciones “inhumanas” en que está en una cárcel de Estados Unidos Joaquín Guzmán, hasta acudir a la camioneta de la madre de éste a ofrecerle sus saludos en Sinaloa, sin pasar por alto la ayuda, hasta ahora infructuosa, para que ella pueda ir a visitar al capo al vecino país. Y, claro, la joya de la corona del trato amigable hacia el cártel: la orden para que Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, fuera dejado en libertad cuando ya el Ejército lo tenía detenido para enviarlo a Estados Unidos.
Demasiado como para descartar sin más ni más que ahora el Cártel de Sinaloa pretenda devolver el favor por tanto trato comedido del presidente, amenazando al periódico “enemigo”.
No hay nada firme, pero por tanto todo es posible. Mientras no se investigue y se dilucide qué tan fundada es la amenaza a Reforma, todo seguirá en el rango de lo posible. Y el obligado a indagar es el gobierno, así que ya podemos ir haciéndonos a la idea de que el amago quedará en la impunidad, porque éste cayó, también, como anillo al dedo al presidente. Espero no merme la capacidad periodística de primer nivel del diario. A él, mi solidaridad.
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