La política depende de los políticos, más o menos como el tiempo depende de los astrónomos
Remy De Gourmont (1858-1915) Novelista francés
Escenario uno: acude a votar más del cuarenta por ciento de ciudadanos inscritos en el padrón electoral, con lo que la consulta de revocación de mandato presidencial es válida, y de ellos, la mayoría decide que Andrés Manuel López Obrador debe continuar en el cargo. Obvio, el presidente gana.
Escenario dos: la elección es válida también, pero en ella la mayoría decide que el presidente no debe concluir su mandato. Éste también gana. ¿Cómo? Fácil: en ese remotísimo caso, la Consejería Jurídica de Presidencia acude la Corte a tramitar una controversia, alegando que ninguna ley es retroactiva, y la Ley de Revocación fue aprobada por el Poder Legislativo cuando ya López Obrador era presidente, lo cual es cierto; por ende, sus efectos no pueden aplicar para él, sino para su sucesor y de ahí en adelante.
Escenario tres: la elección no es válida porque el número de electores que acude a votar no alcanza el cuarenta por ciento del padrón, pero de los que sí lo hacen, la mayoría dice que el presidente debe continuar en el cargo. Éste gana, porque habrá obtenido un “triunfo moral” que, en su lógica, probará que el pueblo sigue con él. Pero además, su justificación es sólida: no se llegó al porcentaje de votación necesario, porque el INE, los medios, los empresarios, los intelectuales, la mafia del poder boicoteó la elección, sobre todo el INE, que dolosamente solo instaló una tercera parte de las casillas que debía, lo que impidió que “millones” de ciudadanos que se morían de ganas por ir a votar, lo pudieran hacer.
Escenario cuatro: la elección igualmente no es válida por la misma razón anterior, pero la mayor parte de los votantes decide que el presidente debe renunciar. Éste gana, porque en ese aún más remotísimo caso, también tiene la coartada necesaria: el boicot “conservador” y del INE, pero sobre todo que éste, el árbitro electoral, hizo fraude. Sí, el INE se robó la elección.
Evidentemente, no hay otro escenario factible. Como se ve, en todos, López Obrador gana. No hay manera de que pierda. El domingo por la tarde-noche, o si repentinamente le llega un rayo de legalidad y decide esperar al lunes, una vez que el INE dé a conocer resultados preliminares, con el zócalo a reventar, el presidente proclamará su triunfo, el triunfo del pueblo bueno y sabio, y que no le vaya a ir nadie con el cuento de la ley es la ley. El presidente ganará el domingo, pase lo que pase, y todos felices y contentos.
¿Vale la pena desperdiciar una hora del valioso tiempo dominical, para jugar un juego tramposo, para participar de una emboscada a la democracia, al INE y hasta al sentido común de los ciudadanos? Cada uno decide.
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