La política es el arte de servirse de los hombres, haciéndoles creer que se les sirve a ellos
Louis Dumur (1863-1933) Novelista suizo
Andrés Manuel López Obrador puede aceptar sin mucho problema que se le acuse de ineficaz, de insensible, de demagogo o de falto de preparación en casi cualquier tema de cultura general, incluso de improvisado en las tareas de gobierno, que lo es, sin duda. Con todo ello puede lidiar sin mayores complicaciones. Pero dos temas lo sacan absolutamente de sus casillas: que le tilden de corrupto y que se le compare con sus antecesores, sobre todo en asuntos precisamente de corrupción.
Eso explica por qué el video donde se ve a su hermano Pío recibiendo dinero de un particular –particular que luego se encumbró en el gobierno cuatroteísta-, obligó a López Obrador a llevar al límite su estrategia electoral de desviar la atención social sobre la pandemia, la violencia y la crisis financiera, con la especialidad de la casa: las cortinas de humo.
Claramente, el presidente suponía hasta hace una semana, que el caso Lozoya le iba a alcanzar hasta las elecciones del 21 como tema distractor de la tragedia que vive México en salud, en seguridad y en economía. Pero apenas comenzaba a saborear el video de los dos empleados del Senado contando pacas de dinero, que se supone “comprobarían” la compra de votos panistas para apoyar las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, cuando el periodista Carlos Loret de Mola le recetó un “estate quieto” que lo dejó conmocionado.
Por eso, el caso Lozoya ha dejado de tener el encanto de un principio para el presidente, dado que le ha quedado claro que si a “videazos” quería tener sometidos a sus opositores, a “videazos” éstos pueden responder, porque también tienen tela de dónde cortar. Y ese es justamente el problema para el tabasqueño: la cantaleta de su figura inmaculada, intachable, de todos son corruptos menos yo, se le ha caído. Su hermano Pío le desnudó como alguien exactamente igual a cualquier otro político, proclive a la corrupción sin mucho miramiento, al margen de que él advierta que recibir dinero para todos los demás es una corrupción, pero que en el caso de él y de su hermano, fueron aportaciones a la causa.
De ahí que además de Lozoya, López Obrador esté empeñado en subir otra vez el tema del avión presidencial y su rifa; pero como este otro tema tampoco es suficiente, retomó el del juicio a los ex presidentes. Así, entre Lozoya, el avión y los ex presidentes, supone que ahora sí tiene parque suficiente para llegar a las elecciones.
Ya no descansará toda su expectativa de tender una cortina de humo y de ganar las elecciones, en los videos de Lozoya, porque no está dispuesto a que le respondan con otro como el de Pío, que deja en claro que además de ineficaz, insensible, demagogo y falto de preparación para gobernar, él es exactamente igual que a los que acusa de corruptos, es exactamente igual que sus antecesores. Y eso sí calienta, como él mismo acepta.
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