Sin justicia y sin respeto por los derechos humanos, no puede haber paz:
Irene Khan (1956-?) Activista bangladesí
La mejor prueba de que López Obrador sigue mandando en México, es la obligada renuncia de Alejandro Gertz Manero a la Fiscalía General de la República.
Hay quienes quieren ver un manotazo en la mesa de Claudia Sheinbaum para explicar dicha renuncia, cansada de las filtraciones periodísticas por parte de Gertz que evidencian la corrupción y la vinculación con el crimen organizado de las cúpulas cuatroteístas. Para nada, sí hubo un manotazo, pero provino desde La Chingada, no de Palacio Nacional.
A Sheinbaum no le incomodó nunca que Gertz le filtrara a Loret de Mola y al Reforma los expedientes que vinculan a Adán Augusto López Hernández con La Barredora, ni los relacionados con el huachicol fiscal, el mayor evento de corrupción gubernamental en la historia de México, ni tampoco la que abolló la corona de Miss Universo a través de evidenciar los vínculos con el narco del empresario dueño del evento y amigo de la 4T. De hecho, es altamente probable que la presidenta estuviera al tanto de dichas filtraciones. A fin de cuentas, ninguno de esos escándalos atañen a su gobierno, pero sí al de López Obrador.
Éste, el tabasqueño, es el que realmente se fastidió ya por las filtraciones y obviamente por las investigaciones de Gertz contra su “hermano” López Hernández, contra el que fuera su secretario de Marina, contra su amigo el empresario Rocha Cantú y, obvio, contra sus hijos, el clan de los López Beltrán.
Era mucho más de lo que podía tolerar el dictador. Así que ordenó a Sheinbaum el relevo de Gertz. Acaso le permita a la presidenta designar al nuevo fiscal, pero con la advertencia de que si también se toma en serio eso de que el fiscal es autónomo y se sale del huacal, le sucederá lo mismo que a Gertz. En lo dicho: López Obrador sigue siendo el rey.
X@jaimelopezmtz



