Un buen político es aquel que, tras haber sido comprado, sigue siendo comprable
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
El presidente López Obrador, conocedor como pocos del ADN priísta – como que es el mismo ADN- lanza este martes la advertencia de que buscará entre diputados del tricolor los votos que le hagan falta para apoyar a Morena y sus aliados en las iniciativas presidenciales que él considere importantes. Vaya cinismo y vaya reto para el PRI. ¿Aguantará los cañonazos que, ya le avisan, vendrán en la siguiente legislatura federal?
Ya se sabe, López Obrador no tendrá a partir de septiembre la Cámara de Diputados como a él le gusta, que no le quite ni una coma a sus iniciativas. A Morena y sus aliados, PT y Verde, no les alcanzará el número de diputados para satisfacer las exigencias del presidente, y éste no se anduvo por las ramas en la mañanera del martes, anticipando que, llegado el momento, acudirá a los priístas para que le respalden.
¿Qué quiere decir López Obrador? Pues que sabe cuál es el lado flaco del priísmo: su corrupción, pero en dos sentidos. Primero, que los priístas suelen ser presa fácil para la compra de votos, pero si esta vía falla, siempre habrá algún expediente incriminatorio del cual echar mano para cambiar por un voto legislativo. Pero si todo eso sigue fallando, siempre habrá un fiscal o un auditor que se preste a inventar alguna acusación.
El presidente sabe las debilidades del priísta, por eso desde ahora le avisa que cuando lo requiera, le buscará y le tratará de “convencer”, por cualquiera de esos métodos, de que le secunde en San Lázaro. Claro que sabe que esa debilidad no es privativa de PRI, lo mismo se da entre perredistas y panistas, y ni hablar de morenistas, que aglutinan todos los lados oscuros de todos los partidos. Empero, por tener más afinidad e identificación con el tricolor, dado su origen, López Obrador se ha decidido por reclutar llegado el momento a los priístas.
Y como el que avisa no es traidor, nadie podrá decirse sorprendido cuando eso suceda, y creo que ya a ocurrir con demasiada frecuencia. Así que la clave no estará en el presidente, él ya fijó postura. Estará justo en los diputados priístas a partir de septiembre. De ellos, y de nadie más, dependerá si se vuelven presa del autoritarismo presidencial, o si son capaces, por una vez en su vida, de anteponer factores de dignidad y ética personal y política.
Los priístas, pues, están avisados: el presidente irá por ellos en las decisiones legislativas importantes para él. ¿Qué posición adoptarán? Toda una incógnita por ahora. Veremos. twitter@jaimelopezmtz