La prensa es el dedo indicador de la ruta del progreso
Víctor Hugo (1802-1885) Poeta y dramaturgo francés
La “clase” de periodismo que ayer dictó el presidente López Obrador en su homilía mañanera, no hace sino confirmar su talante absolutamente antidemocrático y dictatorial. Cierto, ello no debe sorprender a nadie, sólo elimina cualquier signo de duda que pudiese haber entre los optimistas.
López Obrador está siguiendo a pie juntilla el manual del buen dictador, el mismo que Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Rafael Ortega y muchos más de triste memoria en la historia latinoamericana, acuñaron y practicaron: fustigar a los medios de comunicación por su falta de patriotismo, de nacionalismo, al no apoyar las transformación que el régimen pregona. Ello, obvio, con la finalidad de que el pueblo bueno y sabio les atice como responsables de obstaculizar al buen gobierno, y el siguiente paso, es de plano coartar la libertad de prensa.
La mañanera de este lunes terminó de desnudar al presidente, fue una perla que no deja lugar a dudas:
“La revista Proceso no se portó muy bien con nosotros…no es ningún reproche…”, dijo de entrada.
-¿El papel de los medios debe ser portarse bien con el gobierno?-, le reviró el reportero de Proceso.
-No, pero estamos buscando la transformación, y todos los buenos periodistas de la historia han aportado a las transformaciones…Zarco estuvo en las filas liberales y los Flores Magón también-
-Son 150 años de distancia, presidente-
-Sí, pero los mejores periodistas, los de la república restaurada, todos tomaron partido; es que es muy cómodo decir yo soy independiente y el periodismo no tiene porqué tomar partido o apostar a la transformación, entonces es nada más analizar la realidad, criticarla, pero no transformarla-
-Es informar, presidente-, insistió el reportero
-Sí, pero a veces ni eso, es editorializar para afectar las transformaciones-
-Editorializar es también tomar partido, presidente, o sea, usted pide que se editorialice nada más a favor del gobierno-
-Es para conservar, no para transformar, que es lo que ha hecho Proceso, por eso ya lo leo poco-, concluyó López Obrador.
El quid del asunto es que el presidente confirma que para él no hay objetividades ni medias tintas, o se está abiertamente con él, o de plano se es su enemigo, y eso, guste o no, es propio de un dictador. Pide que los medios hagan causa no por “la transformación”, sino por “su” transformación, como si ésta fuese la única visión válida.
Mientras Proceso fue crítico con los demás gobiernos, fue el paladín de la libertad de expresión para López Obrador. Hoy que él es gobierno y por tanto ahora es el sujeto de las críticas del medio, el panorama ya cambió, ahora Proceso es obstáculo para “la transformación”.
La noche se nos viene encima. Al tiempo. jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>