La política debiera ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano
Dwight D. Einsenhower (1890-1969) Presidente de Estados Unidos
Apenas la semana anterior habíamos alertado que se avecinaba un choque de trenes entre el INE y el presidente López Obrador, tras la determinación del órgano electoral de prohibir la difusión de las homilías mañaneras en Coahuila e Hidalgo, dado que en esos estados habrá elecciones en noviembre próximo, sobre todo porque es evidente que el mismo criterio debería aplicarse en 2021 pero en todo el país, y ello significaría un obús en la línea de flotación del tabasqueño. Pero advertíamos también la extrañeza de que el tabasqueño aún no reaccionara con la severidad que sería esperada, acaso porque minimizaba la trascendencia de las elecciones locales.
Bueno, pues hoy comienza a aflorar la luz: si López Obrador no reaccionaba ante el mazazo del INE no era por su talante democrático y de acatamiento a las leyes y a las resoluciones de la autoridad, sino porque muy probablemente sabía que el Poder Judicial se convertiría en su salvador, a través del Tribunal Electoral. En efecto, éste echó por tierra la referida resolución del INE y se alió, de facto, con el presidente y su 4T.
Ello deja en claro que si el INE prohibiera la difusión de las mañaneras en todo el país durante las campañas electorales del 21, el Trife saldría al rescate del presidente, mandando al cesto de la basura dicha determinación. El presidente ya puede dormir tranquilo, porque si bien tiene a un INE que trata de hacer cumplir la ley y le puede propinar reveses a su estrategia de emplear las mañaneras como arma electoral, tiene como segunda y más importante opción al Trife, que le deshará cualquier estropicio que el INE le provoque.
Por si algún iluso suponía que los árbitros electorales iban a constituir una garantía de imparcialidad en el 21, ya puede ir abriendo los ojos a la realidad: el obsequioso Trife o, más en el fondo, el Poder Judicial Federal, está puesto a las órdenes presidenciales y, por ende, de la 4T, en vergonzosa sumisión que jamás se vio en los gobiernos del PRI y del PAN.
Si bien es de esperarse que la proclividad de López Obrador a violar la ley se siga topando invariablemente con el INE, es claro también que no tiene mucho de qué preocuparse, si ya tiene al Trife en el bolsillo. Es evidente que ha surtido efecto el constante bombardeo de López Obrador hacia el Poder Judicial y sus amagos de someterlo: éste prefiere negociar una sumisión, a cambio de su propia vigencia. Más claro, ni el agua.
El presidente tiene ya firme a su gran aliado para el 21, el Trife. Con su auxilio, ya le ganó el primer round al INE. Veremos los que vienen, pero me parece que la suerte está echada: el Trife forma parte, de facto, de la 4T. A temblar la oposición.
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