Una inversión en conocimiento paga el mejor interés
Benjamín Franklin (1706-1790). Político y científico norteamericano
Graciela Andrade tiene altas, muy altas posibilidades de ser la próxima rectora de la Universidad Michoacana, pese a ser, de entre la baraja de posibles aspirantes, la de menor perfil en lo académico y lo profesional.
La aparente contradicción se explica cuando queda claro que una cosa es lo que la Universidad requiere como perfil idóneo para dirigirla, y otra lo que los nicolaitas seguramente demandarán: alguien que garantice el gatopardismo, es decir, que haga como que cambian las cosas, pero en realidad siguen iguales.
A pocos meses de la elección para rector, o rectora, comienzan a barajarse los primeros y más sólidos nombres: Horacio Díaz, Raúl Cárdenas, Héctor Chávez, Salvador García, Ireri Suazo y la propia Graciela Andrade.
Aquí tendríamos que detenernos en la pregunta obligada: ¿cuál es el perfil idóneo para la Universidad? Pues depende qué se entienda por idóneo. El juicio sereno y el sentido común indican que, en cualquier momento, una universidad requiere de alguien con una visión de estadista en términos educativos, que incorpore a la institución al rol de generadora de hombres y mujeres que el sector productivo y oficial demandan, y que por ende tenga la capacidad para visualizar cómo mantenerla actualizada y a la vanguardia del conocimiento humano.
Pero además de ello, y dada la crisis financiera que vive, la Universidad Michoacana demanda de una cabeza que esté consciente y empuje por una reforma laboral, administrativa y económica que evite su colapso total. En ese sentido, el nuevo rector debe emprender la reforma que permita que empleados y profesores aporten una parte de salario al fondo de jubilaciones y pensiones, que hoy no existe; también, que reduzca notablemente los súper sueldos de los funcionarios; que acote la discrecionalidad del gasto en las casas de estudiantes, y que ponga fin a los contratos leoninos que sus dos sindicatos mantienen hoy vigentes, amén de dar de baja a los cientos y cientos de empleados que ingresaron al comprar plazas a sus líderes sindicales, pero que no se ocupen.
Un perfil tan integral como ese, no es fácil encontrar, francamente, pero es evidente que de todos los nombres que se manejan hoy día, el último en tomarse en cuenta en ese sentido sería Graciela Andrade, si nos remitimos a su gris paso por la Secretaría de Educación y porque no se caracteriza precisamente por una visión de avanzada educativa y laboral.
Empero, decía que es quien más posibilidades tiene de ser rectora, dado que la comunidad nicolaita lo que requiere es alguien que le garantice capacidad de gestión para obtener recursos y más recursos sobre todo del gobierno federal, sin necesidad de realizar ninguna reforma estructural que mitigue su crisis financiera. Ello desde luego no es ninguna solución de fondo, pero los nicolaitas no la quieren, lo que buscan es mantener el status de universidad pedigüeña, que no hace nada por paliar sus problemas económicos, sino que sólo chantajea con parar si los gobiernos estatal y federal no le entregan los cientos de millones que cada año exige.
La militancia, nueva militancia, de Andrade como morenista, le abrirían las puertas de la Rectoría, justo por esas razones, y quedarán de lado otros perfiles mejor preparados. Si no, al tiempo.