La política es la historia que se está haciendo, o que se está deshaciendo
Henri Bordeaux (1870-1963) Escritor francés
Ante el embate de la cuarta ola de la pandemia, las autoridades locales parecen reaccionar bien, pero es evidente que se requiere mayor drasticidad en las medidas que están adoptando. Y es que no es un asunto menor: la contingencia sanitaria está haciendo que repunten los casos de personas contagiadas, aunque afortunadamente, y gracias a la aplicación de la vacuna, el número de muertes no se está elevando. Pero el solo hecho de que los contagios sí, obliga a prender focos rojos de nuevo.
El ayuntamiento capitalino decidió recular en la autorización inicial para que esta semana tuvieran lugar eventos públicos relacionados con los Reyes Magos: conciertos musicales, caminatas y la tradicional rosca en las plazas del centro histórico. Todo cancelado. Bien.
Empero, el mismo ayuntamiento debe mostrar mayor firmeza para meter al orden al caótico comercio callejero de la avenida Lázaro Cárdenas, entre Vicente Santa María y la plazuela de Carrillo. Aquello es un monumento a la irresponsabilidad y un reto a la pandemia por la absoluta falta de protocolos sanitarios: cientos de comerciantes en las banquetas apilados unos tras otros, con venta de juguetes, comida, ropa y productos diversos, que generan a su vez que miles de morelianos se congreguen en la zona, donde por supuesto la sana distancia, el lavado de manos y el uso de cubre bocas, son reglas que brillan por su ausencia. Se entiende que es complicado, porque hay mafias peligrosas detrás de muchos de esos comerciantes, la mayor parte de los cuales ni siquiera son michoacanos, pero el gobierno municipal debe obrar con mano dura y cancelar dicha actividad.
Y el gobierno del estado, por su parte, hizo bien en dar marcha atrás en la obligatoriedad del regreso a clases presenciales este lunes. Era una insensatez mantener vigente esa disposición. A contra corriente de la irresponsable actitud del gobierno federal, el estatal decidió flexibilizar las medidas para que sean los ayuntamientos los que determinen en cada municipio si hoy o no condiciones para que las clases de educación básica sigan a distancia.
Pero también en ese caso, el gobierno debe ser más enérgico: la referida flexibilidad es positiva, pero ante la inminente alza en contagios, en este momento lo sensato es ordenar de plano un cese de toda actividad educativa presencial, al menos mientras se observan los efectos reales de la cuarta ola. Ambos niveles de gobierno deben considerar ajustar a su mínima expresión eventos no esenciales de todo tipo. No es momento de tibiezas, porque éstas, en la pandemia, suelen pagarse con vidas humanas. Hay que exigir que así sea.
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