No me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena
Martin Luther King (1929-1968) Pastor evangélico norteamericano
Menuda tarea tiene el alcalde Raúl Morón: hasta dónde mantenerse firme en las restricciones para la operación de buena parte de las actividades comerciales, industriales y de servicios, y hasta dónde flexibilizarse en función de la realidad económica. Cierto, el dilema no es privativo de él, el mismo enfrentan la mayor parte de los alcaldes y aún de los gobernadores en el marco de la pandemia. Pero Morón es el presidente municipal de Morelia y a los que vivimos aquí nos concierne en primera instancia las decisiones que tome.
Arrecian por una parte las demandas de comerciantes y de propietarios de establecimientos de servicios, como bares, cafés, gimnasios y muchos giros más, para que se les permita reabrir sus establecimientos. Y dicen una gran verdad: literalmente necesitan hacerlo para no quebrar e, incluso, para poder comer ellos y sus familias. Luego de dos meses de cierre, difícilmente hay negocio que soporte la presión.
Pero también tienen razón las autoridades, sobre todo sanitarias, cuando advierten que no es momento de relajar los protocolos de confinamiento y de cierre de actividades, dado que, contrario a lo que muchos suponen, apenas se aproxima la cresta de la pandemia.
El dilema, decíamos, es para las autoridades municipales, que son en las que en primera instancia recae la responsabilidad: ¿mantener la firmeza o flexibilizar? Ambos escenarios tienen pros y contras, riesgos que deben sopesarse.
Me parece que la decisión en ese sentido tiene que seguirse ciñendo a la pregunta: ¿son actividades esenciales? Y quizá la flexibilización podría darse donde se garantice que aun no siendo esenciales, hay giros que aplican protocolos severos de control sanitario, y en los que de plano ni son absolutamente imprescindibles ni pueden garantizar dichos protocolos, la autoridad debe mantenerse firme en prohibir su reinicio de actividades, al menos por un tiempo más. Pero en ese caso, es obligado reforzar los programas de auxilio alimentario y al menos de exención del pago de impuestos durante un tiempo razonable.
Además, lo que sí debe garantizarse también es el piso parejo: que el ayuntamiento aplique el mismo rasero para todos los establecimientos, no ser tolerante con unos y restrictivo con otros, porque en algunos caso así ha sucedido.
Como sea, pues, no es fácil la posición de Morón, como del resto de autoridades municipales. De la manera en que sortee la pandemia, bien puede labrarse su futuro político. Veremos.
twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com
