El militar es una planta a la que hay que cuidar para que no dé sus frutos
Jacques Tati (1907-1982) Director de cine francés
Como era fácilmente previsible, el Senado rechazó la posibilidad de avanzar en la demanda de desaparición de poderes en Guanajuato, Tamaulipas y Veracruz, presentada en los dos primeros casos por Morena y en tercero por el PAN.
Y digo que fácilmente previsible, porque era evidente que a fin de cuentas debía prevalecer la negociación de morenistas y panistas y hacer efectivo el cambalache de favores: cada uno retiraría sus respectivas demandas y asunto arreglado.
En realidad, la sola posibilidad de desaparecer poderes en esos tres estados era un despropósito monumental, dado que el argumento común es la imposibilidad de los gobiernos locales para contener la criminalidad.
Dicho argumento es desde luego fundado, porque claramente los tres gobiernos estatales están por completo rebasados por el crimen organizado y la criminalidad e inseguridad en sus más amplias connotaciones; el problema por tanto no es ese, sino que si de aplicar ese criterio se trata, no habría gobierno estatal que no debiera ser desaparecido de un plumazo por el Senado, excepción quizá del yucateco, que parece correr en otra dinámica no propia de México.
Y más aún: si el criterio se extrapola al país entero, el Senado estaría obligado a desaparecer los poderes pero no de Guanajuato, Tamaulipas y Veracruz, sino de la Unión, porque hay está agudizado más que nunca el fenómeno delincuencial en todo el territorio nacional.
Es evidente que la Comisión de Gobernacion del Senado decidió este martes no aceptar la demanda de Morena y del PAN, porque así lo ordenó el Presidente López Obrador, no tanto por la visión prudente y sensata de sus integrantes, pero debe admitirse que, con todo y eso, éstos acordaron lo más apegado a la lógica y el sentido común; ir en sentido contrario hubiera sido abonarle más ingobernabilidad a un país en plena etapa precisamente de falta de gobernabilidad.
Lo que hubiera sido aún mejor, sería que el Senado aprovechara la coyuntura y formulara un severo extrañamiento al Ejecutivo por el demencial nivel de criminalidad que vive el país, ante la indiferencia absoluta del gobierno; aunque eso, en épocas otra vez de la nula división de poderes, es mucho pedir.
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