Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez
Abraham Lincoln (1809-1865) Presidente de Estados Unidos
Para algunos, todavía ingenios, es ir de estupor en estupor, de indignación en indignación. Para otros, acaso más realistas, no es sino la corroboración de que estamos en una auténtica dictadura.
Este miércoles, se debate en la Cámara de Diputados, con altísimas posibilidades de que se apruebe, una propuesta de la 4T -¿de quién más podía ser?-, para que el dinero contenido en las cuentas bancarias que no tengan movimiento por tres años, pase a manos del gobierno, más específicamente de la Guardia Nacional.
¿Alarmados?, sí, claro. ¿Sorprendidos?, en absoluto. Estamos en una dictadura, fáctica si se quiere, disfrazada todavía con barniz de democracia, pero dictadura. Allá quien no quiera o no pueda entenderlo. El robarse el dinero de los ciudadanos solo se da en las dictadoras. Y lo que hará el gobierno es eso, un robo. Por eso nadie puede llamarse a sorpresa. Elegimos a un dictador por presidente, ahora enfrentemos las consecuencias.
Y vendrán leyes para que el gobierno se quede con cualquier pretexto con propiedades, con los ahorros en las Afores, con empresas. ¿Es que aún no nos cae el veinte respecto del tipo de presidente que tenemos?, ¿en verdad somos tan ingenuos?
Y no es que tengamos que adoptar la postura vergonzosa de cruzar los brazos. Claro que no. Pero lo primero es dimensionar el momento en el que estamos como país, para poder actuar en consecuencia. Poco puede esperarse de los legisladores: nos quedan unos pocos, tan pocos que son insuficientes, con dignidad como para oponerse a ese atraco. Pero quedan los amparos, dirán algunos. Improbable, el poder judicial federal también duerme en los brazos de López Obrador.
No queda sino el 24. Será el punto de inflexión más importante en los últimos cien años en México. Será la última oportunidad de evitar el despeñadero al que nos lleva la 4T. Pero si no es ahí, es evidente que esta generación no volverá a ver la luz. Si no, al tiempo. Y es que a la pesadilla todavía le quedan 719 días.
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