Los beneficios deben escribirse en bronce y las injurias en el aire
Galileo Galilei (1564-1642) Científico italiano
El choque de trenes era inevitable, y se dio. Este lunes, el Congreso del Estado ratificó que, llueva o truene, la Auditoría Superior de Michoacán está obligada a auditar las finanzas de los ciento trece municipios de la entidad, no sólo los sesenta y seis que su titular, José Luis López Salgado, anunció oficialmente que haría, en función de las posibilidades reales del organismo, tanto financieras como técnicas y humanas.
Y esta será la coyuntura para que López Salgado confirme lo anunciado aquí la semana pasada: en cosa de días, presentará su renuncia al cargo.
Apenas la semana antepasada el auditor había declarado la imposibilidad de llevar a cabo una revisión a las finanzas de todos los municipios, como ordena la ley, por falta de presupuesto y equipo humano. En esa ocasión, dijo que “si acaso”, podría hacerlo en la mitad de los municipios, es decir, unos sesenta y seis. No más.
Tras unos días de espera, este lunes el Congreso fijó postura: nada de que la mitad de auditorías. Deben hacerse todas. Punto.
López Salgado advirtió en el entre telón que es prácticamente un hecho que este mes de junio presentará su renuncia al cargo, justo por la falta de apoyo de los diputados para llevar a cabo su tarea fiscalizadora. Es claro que la advertencia del Congreso de este lunes, acelerará la decisión anunciada por el auditor.
Y de todo este sainete, queda clara una cosa: urge reestructurar por completo el modelo de auditoría del recurso público en Michoacán. No es que deba reestructurarse la Auditoría Superior como organismo público, sino el concepto, el modelo, para lo cual es imprescindible que opere uno de carácter absolutamente autónomo, apartidista y profesional. Nada de eso tiene ahora, ni podrá tener si no se da borrón y cuenta nueva.
Mientras se mantenga el perverso modelo actual, el manejo del recurso público tanto de municipios como de dependencias estatales, seguirá metido en la más completa impunidad por falta de una eficaz auditoría: la ASM y el Congreso hacen como que auditan, aunque en realidad no sea así. Es el escenario donde todo mundo finge demencia y los alcaldes y funcionarios de todos los niveles, se sirven con la cuchara grande.
Sólo hasta que haya esa voluntad de cambio de verdad, no cosmético, hablaremos de auténtica auditoría al recurso. Mientras, seguirá siendo total embuste.