A las dictaduras les pasa lo que a las bicicletas: si se paran, se caen
Maruja Torres (1943-?) Periodista española
Lo dicho por Miguel Ángel Mancera, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, ilustra a la perfección la imbecilidad jurídica y política que priva en la clase gobernante de este país: luego de un tiroteo entre presuntos narcos en el interior de Ciudad Universitaria, allá en la capital de la república, que arrojó un par de muertos, Mancera advierte que la Policía por ningún motivo entrará a las instalaciones universitarias y que toda acción se ejercerá de sus muros hacia afuera.
Ello, por aquello de la “autonomía” universitaria. Ese mismo criterio absurdo ha campeado en prácticamente todas las universidades públicas del país, con la michoacana a la cabeza por supuesto.
La autonomía de las universidades tiene que ver con su libertad de cátedra, de definir políticas curriculares, académicas, salariales, laborales, de investigación y todo lo que esté vinculado a su función educativa. Pero obviamente esa autonomía no está relacionada con que sus instalaciones sean territorio al margen de la ley, vedado para la acción gubernamental de cualquier tipo, particularmente la policiaca o de aplicación de la justicia.
La mejor prueba de ello es la intervención de la Policía Federal ordenada en 1999 por el presidente Ernesto Zedillo en Ciudad Universitaria, para levantar un paro de actividades en la UNAM. La medida de Zedillo fue relativamente inédita, pero sin duda legal: en territorio universitario había un ilícito en marcha, y el gobierno entró a poner orden. Punto. Que los gobernantes de este país, sean presidentes o gobernadores, no se atrevan a tomar decisiones de ese tipo, cuando es necesario, no es porque sean ilegales, sino por falta de pantalones.
El problema no es que Mancera sea un ignorante. Desde luego no lo es. Vaya, es un doctor en derecho. Su declaración se da por algo más grave: dolo. Él sabe que ante un hecho criminal como el ocurrido en CU hace unos días, no solo es posible sino obligado para la Policía investigar y castigar a los responsables, haciendo lo que tenga que hacer, incluyendo hacer acto de presencia en las instalaciones universitarias como si fuera cualquier otro sitio, porque de hecho lo es para efectos legales. Pero advierte que la Policía no ingresará, porque pretende escudarse en la falacia de la “autonomía” universitaria para lavarse las manos mañosamente ante el problema.
Desde luego que para nadie es un secreto que la Ciudad Universitaria de la UNAM es un nido de narcotraficantes y delincuentes de toda calaña, pero es más fácil para Mancera volver la mirada a otro lado, so pretexto de la autonomía, que meterse en complicaciones sociales y políticas.
En Michoacán sabemos, y mucho, de ese tipo de posiciones demagógicas y absurdas, aunque eso no significa que no se tenga que fustigar cada vez que se presente, aquí, en la UNAM o en cualquier otra universidad.