Lo que necesitamos es más gente especializada en lo imposible
Theodore Roosevelt (1858-1919) Presidente de Estados Unidos
No es un logro menor que la Comuna moreliana haya finiquitado el adeudo histórico que mantuvo con Banobras por casi treinta años, pero igualmente significativos son los alcances dicho endeudamiento, sobre todo al considerar cómo crece año tras año, debido a las tasas de interés a que se contrata.
La tesorera municipal, María de los Remedios López Moreno, anuncia este martes que con un pago durante esta administración de 124 millones de pesos, el ayuntamiento liquidó la deuda que tuvo con Banobras por 28 años, y que en 1993 se firmó por apenas 3.7 millones de pesos pero que llegó a alcanzar los ¡228.4 millones!
Primero, loable el esfuerzo municipal por dejar en ceros esa deuda, porque confirma la solidez de las finanzas morelianas, lo que genera una señal de confianza en el grado de su calificación crediticia y que permitirá al próximo gobierno iniciar con números negros y con la consecuente maniobrabilidad en su conducción.
Segundo, los datos arrojados por la tesorera López Moreno, confirman que Banobras, aun siendo el banco de crédito del propio gobierno federal y el que por ende se supone que ofrece mejores condiciones de pago, no da paso sin huarache y esas condiciones son francamente leoninas: de un crédito inicial de 3.7 millones de pesos, con el paso del tiempo se volvió en uno de 228.4.
Es entendible que Banobras deba asegurarse el sostenimiento de sus recursos para seguir prestando dinero a ayuntamientos y gobiernos estatales, pero claramente rebasó con mucho ese criterio de sostenibilidad e ingresó al terreno del agio, en competencia con la banca comercial. Una cosa es contemplar criterios de tasas de interés y condiciones en general mínimas para no descapitalizarse, y otra otorgar un crédito de menos de cuatro millones y terminar recibiendo 228. Usura vil.
Cierto, Banobras no sorprendió a nadie: en el contrato se estipuló desde un inicio el monto en que el adeudo iría incrementándose con el correr de los años, pero también siempre existió la posibilidad de que los ayuntamientos en turno lo cubrieran antes de dejar que creciera más. No se hizo y ahora se pagan las consecuencias. Ello debiera llevar a evaluar la conveniencia de que por ley los gobiernos municipales no den margen al crecimiento incontrolable de un adeudo, pagando lo más rápido que sea posible, al margen del tiempo establecido originalmente para ello.
Y no menor es que también la deuda de corto plazo, incluso más elevada aún, esté igualmente cerca de finiquitarse: de un compromiso de 480 millones de pesos en ese rubro, hoy ha bajado a 110 y se prevé que para agosto próximo quede en 92.
Lecciones en materia de endeudamiento que no deben pasarse por alto.
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