La política y la ética pertenecen a mundos diferentes
Adam Michnik (1946-?) Periodista polaco
El refinanciamiento de la deuda bancaria que pretende el gobierno del estado, tiene justificación desde el punto de vista financiero y de gobernabilidad, pero solo la tendrá moral y éticamente, si el propio gobierno o la Cámara de Diputados tienen los arrestos para, mínimo, señalar a los ex gobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, como los responsables directos del brutal endeudamiento que hoy tiene sumido al estado en una crisis financiera de tal magnitud, que si no se reestructura la deuda con los bancos, simplemente no hay viabilidad para la entidad.
El gobierno plantea a los diputados recibir autorización para contratar créditos bancarios por 19,592 millones, 133 mil 677 pesos. Con ese recurso, liquidaría por completo sus deudas a los diferentes bancos que le han venido prestando desde el fatídico gobierno de Cárdenas Batel.
Saldaría una deuda aunque adquiriría otra, con la diferencia de que esta última será en mejores condiciones tanto en plazos como en intereses. De prosperar la iniciativa de gobierno, éste proyecta disminuir de 190 a 145 millones de pesos los que, en promedio, cada mes paga a los bancos solo por el servicio de los créditos vigentes. No suena mal contar con unos 45 millones extras cada mes.
Desde el punto de vista financiero, técnico y hasta de sentido común, parece un buen negocio el que proyecta gobierno. No es insensato mejorar las condiciones de pago de deuda. Es decir, desde su vertiente financiera tiene sustento y justificación. El problema radica en que ya parece haberse olvidado que todas las penurias financieras gubernamentales tienen un origen y dos apellidos: Cárdenas y Godoy.
Frente a los efectos de amnesia que solemos enfrentar, una reseteada no viene mal: Cárdenas Batel recibió el gobierno en 2002 con una deuda bancaria de 155 millones de pesos y en 2008 la entregó superando los 7 mil millones. Hoy parece inaudito, pero así fue: de 155 millones la elevó en seis años a 7 mil millones. Y su sucesor, Leonel Godoy, no quiso ser menos y la duplicó en sus cuatro años de gobierno, hasta ubicarla en casi quince mil millones.
Es decir, en una década, Cárdenas y Batel se encargaron de elevar de 155 a 15 mil millones de pesos la deuda bancaria. Y lo peor, a cambio de nada, porque sus gobiernos se caracterización por la parálisis de obra pública. ¿En qué se invirtieron quince mil millones en diez años? Solo ellos lo saben, aunque muchos lo sospechamos.
Fausto Vallejo, Jesús Reyna, Salvador Jara, Silvano Aureoles y ahora Alfredo Ramírez Bedolla, han tenido que navegar en aguas turbulentas por esa estratosférica deuda. En realidad, poco se elevó ésta en la siguiente década, aunque tampoco hubo forma de invertir un peso en desarrollo y obra pública. Como tampoco ninguno de ellos tuvo el valor para, al menos, denunciar públicamente el origen de esos males, mucho menos para proceder a investigarlos y eventualmente para proceder contra Cárdenas y Godoy.
Hoy, parece mucho menos probable que ello suceda, no solo porque el tiempo ha pasado y quizá los posibles delitos han prescrito, sino porque ambos apellidos están vinculados directamente a la 4T. Son sagrados, pues. Pero aun así, bien haría el gobernador Ramírez Bedolla en formular por lo menos un extrañamiento en contra de los impresentables ex gobernadores, por más que estén ambos hoy encumbrados de nuevo. Y si no es él, los diputados debieran hacerlo.
Repito, el refinanciamiento demandado hoy tiene soporte técnico, pero lo tendría más, sobre todo en términos éticos y de legitimidad, si el gobernador o los diputados se arman de decisión y proceden contra Cárdenas y Godoy, o ya de perdida les formulan un señalamiento como autores de la masacre financiera que hoy sigue teniendo postrado al estado. Alguien desde el poder tiene que hacerlo algún día.
Sin duda, es la de ambos ex gobernadores, la auténtica decena trágica michoacana.
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