Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo
Abraham Lincoln (1809-1865) Presidente de Estados Unidos
El punto no es si el presidente López Obrador tiene o no derecho a irse a practicar un rato su deporte favorito, el béisbol, o si el rock star mexicano Hugo López Gatell tiene o no derecho a irse un fin de semana a vacacionar a las playas oaxaqueñas. El punto es la señal peligrosa que se envía a la población.
Ambos tienen derecho al esparcimiento, pero como dijo el propio López Obrador, para todo hay tiempo. Y aunque él lo dijo a manera de justificación, en realidad su comentario se vuelve en contra, porque precisamente hoy no es el tiempo de la vida “normal”, para nadie, menos para el gobierno, en el peor momento de la pandemia y cuando el “quédate en casa” cobra más urgencia que nunca.
La superficialidad e irresponsabilidad de ambos para manejar el tema de la pandemia, son factores indispensables para entender por qué los casi 130 mil muertos, la saturación de hospitales, la falta de equipo en ellos, la muy reducida participación ciudadana en las medidas preventivas y de contención, así como el desastre que ha sido el inicio de la vacunación.
Los López deben entender que si bien su mensaje de frivolidad e irresponsabilidad no permea en determinados sectores de la sociedad, lamentablemente sí lo hace en muchos, que quizá sean mayoría, y en los que el común es la ignorancia y la fe ciega, aunque criminal, en lo que ordena la “divinidad”. México es un país preponderantemente fanático y los dos López, sobre todo el tabasqueño, debieran ser conscientes de ello.
El subir un video dando batazos en un campo deportivo o ser sorprendido en las playas disfrutando una bebida refrescante, mientras en ese momento cientos de mexicanos estarán muriendo por covid es, por decir lo menos, una mentada de madre a ellos, a sus familias y a los médicos. Pero peor aún: es una actitud que minimiza el riesgo del problema de salud y que la población, otra vez, la más ignorante, capta como anuencia para seguir en la normalidad. “Qué exagerados los periodistas y los médicos, si el presidente juega béisbol es porque la cosa no está tan grave”, es el mensaje que queda entre la fanaticada –nunca mejor aplicado el término.
¿Es tan complicado entenderlo?, ¿o de plano con toda intención y dolo se actúa así desde el poder?
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