La mejor política es hacer creer a los hombres que son libres
Napoleón (1769-1821) Militar y estadista francés
Sin aparente mayor fundamento, el subsecretario de Seguridad Pública, del gobierno federal, Ricardo Mejía Berdeja, da como hecho que el asesinato del alcalde de Aguililla, César Arturo Valencia, fue en represalia del crimen organizado por la “recuperación” del pueblo por parte de las fuerzas militares.
En realidad parece más una salida ad hoc por estar en la mañanera presidencial, en la que, ya sabemos, por lo menos la mitad de lo que se dice resulta una falacia.
Si no hay detenidos, ¿cómo sabe el gobierno que el asesinato del edil fue en respuesta a la incursión de las fuerzas militares en Aguililla? ¿Con base en qué formula Mejía Berdeja tan contundente afirmación? Lo que sucede es que se trata de esas “conclusiones” tan ambiguas, tan generales, que caben en cualquier escenario: si el Ejército “tomó” Aguililla, los criminales se enojaron y por eso mataron al alcalde. Qué fácil conclusión.
En esa lógica, ya podemos ir esperando otro homicidio de esa magnitud que quedará en la impunidad: si, como dice Mejía, fue un cártel –se infiere que el jalisciense-, y un cártel lo componen miles de hombres, pues será imposible ubicar a alguien en lo particular, a menos que se detenga a todo el ejército de sicarios. Así, el Estado mexicano ya preparó la coartada perfecta: sí se investigó, sí se identificó al asesino, aunque sea un cártel, por tanto, no hubo impunidad, aunque tampoco detenidos. Pequeño detalle.
Como sea, el informe gubernamental cumplió su objetivo: hacer creer que sí hay interés por resolver el crimen y que es efectiva la estrategia de ir “tomando” poblaciones por parte de las fuerzas federales, tanto, que hasta molestia genera en los cárteles, lo que les lleva a ejecutar a alcaldes. Ramplona conclusión.
twitter@jaimelopezmtz