Todo el que combate la corrupción, debe estar dispuesto a hacerlo hasta el final; no existen atajos
Oby Ezekwesili (1963-?) Economista nigeriana
La justicia michoacana tiene la oportunidad este viernes de que se resarza, así sea en parte, la confianza y la credibilidad perdidas por históricas y sistemáticas conductas erráticas.
El “caso Jessica” ha llegado a su fin. Este viernes, el juez que lleva la causa deberá dictar culpabilidad o no del presunto asesino. Presunto aún, porque luego de la sentencia será o no asesino, desde la lógica jurídica.
Acaso por presión mediática, en esta ocasión el Ministerio Público parece haber configurado una acusación sólida, a prueba de fuego, con escasos ángulos susceptibles de ser cuestionados, y con una argumentación científica que le dan a la investigación y al caso un soporte contundente. Al menos, así lo parece. En tanto, en su derecho legal, la defensa del acusado ha buscado por todos los resquicios posibles desacreditar y echar abajo la argumentación del fiscal.
El miércoles, el gobernador Ramírez Bedolla comentó con reporteros que esperaba que no hubiera lo que llamó una “trastada” en la resolución judicial del caso. Y en realidad eso es lo que esperamos todos, que no haya una trastada. La justicia, en este caso la michoacana, enfrenta vientos que le cuestionan su independencia y solidez moral, más que profesional. Con casos como el que se ventilará este viernes, hay la oportunidad de que envíe una señal de confianza y de certidumbre en las instituciones del Estado mexicano. Pocos casos han acaparado tanta atención y expectativa como este. Veremos el sentido de la sentencia por parte del juez.
Y a la pesadilla ya sólo le quedan 613 días. twitter@jaimelopezmtz>
