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domingo, agosto 3, 2025

CASO VALLARTA Y LOS JUECES A MODO

Si la justicia existe, tiene que ser para todos; de lo contrario, ya no sería justicia

Paul Auster (1947-2024) Escritor estadounidense

Es altamente probable que la liberación de Israel Vallarta sea el espejo de lo que está por venir en materia de “impartición” de justicia en México.

Acusado, pero nunca sentenciado por su supuesta participación en al menos seis casos de secuestro, hace veinte años en connivencia con su entonces novia, la francesa Florence Cassez, Vallarta recuperó la libertad el viernes anterior, gracias a una resolución de la jueza Mariana Vieyra Valdés.

Claramente, la jueza procedió así en respuesta a la presión ejercida por el gobierno de Claudia Sheinbaum, que le encargó directamente el caso a Rosa Icela Rodríguez, la secretaria de Gobernación.

Llama la atención la celeridad con que el gobierno de Sheinbaum logró la libertad de Vallarta. ¿Porqué nunca su antecesor López Obrador se interesó en el caso? De haberlo hecho, Vallarta habría salido hace al menos seis años. Pues porque el tabasqueño nunca tuvo la urgencia de una distracción mediática como sí la tiene su sucesora: la corrupción y la colusión con el crimen organizado en su gobierno y entre los encumbrados de la 4T, ha llegado a niveles por completo fiera de control. A la presidenta le urgía una caja china y la encontró con el caso Vallarta.

Hoy, las baterías de redes sociales manejadas por Palacio Nacional, están desatadas tratando de colocar el asunto con la idea de poner una loza sobre la granizada que se abate sobre su gobierno y su partido. Vallarta es tratado como héroe nacional y adicionalmente se atiza el fuego contra dos villanos favoritos de la 4T: Felipe Calderón y Carlos Loret de Mola.

Sin problema, el presidente Peña Nieto gestionó la libertad en 2013 de Cassez, a petición del poderoso presidente galo Nicolás Zarkozy.

Ojo, no puede olvidarse que Vallarta deja la cárcel no porque sea inocente. Nunca lo sabremos. Olga Sánchez Cordero, primera secretaria de Gobernación de López Obrador, reconoció en su momento que además de la acusación de secuestro por la que se le procesaba, existían dos denuncias más por el mismo delito. Cierto, fue ominoso que tras veinte años no se le haya sentenciado, pero su libertad fue producto de la necesidad del gobierno por encontrar un distractor eficiente ante la hecatombe que enfrenta. Habrá que reconocer que lo está logrando.

El punto a resaltar es la facilidad de la 4T para conseguir lo que le convenga de los jueces. Y eso, que todavía no entran en funciones los juzgadores “morenistas”. Ya podemos imaginar lo que se viene a partir de septiembre. ¡De terror!

X@jaimelopezmtz

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