Las decisiones se toman en el momento de tomarse
Mariano Rajoy (1955-?) Presidente del gobierno español
Juan Pablo Celis no es el primero ni será el último dirigente partidista que sin ningún mérito ni prendas políticas, sea impuesto al frente del partido que gobierne en ese momento, sea a nivel nacional o estatal. Penosamente, es una práctica de siempre que, eso sí, no solo no se contiene, sino que hoy está más pulida que nunca.
No conozco un solo dirigente partidista que no haya sido impuesto por el gobernador en turno; evidentemente, me refiero a los dirigentes de los partidos a los que pertenece el gobernador. Lo mismo pasó con los priístas que con los perredistas y ahora con los morenistas. Este sábado, Celis fue designado líder de Morena en Michoacán, porque era el candidato de Casa de Gobierno. Tampoco es para que nadie se desgarre las vestiduras. Las cosas siempre han sido así y no hay el menor indicio de que vayan a cambiar en el futuro mediato.
Ahora que ser el candidato de Casa de Gobierno, no garantiza en absoluto que vaya a tener un día de campo al frente de Morena. Todo lo contrario: encontrará infinidad de frentes abiertos en lo externo, pero también al interior del morenismo. Celis encontrará un partido sin pies ni cabeza, mucho más cercano a un grupo de cavernícolas de la política. En Morena no hay institucionalidad, no hay reglas, no hay protocolos básicos para una vida partidista medianamente civilizada. Aquello es una constante cena de negros, y francamente no se ve que Celis tenga ni la experiencia ni los arrestos para contener a las tribus bárbaras con las que se topará apenas cierre la puerta.
Ese es su verdadero reto. Llegar no le fue difícil: requería un voto, solo uno, pero el más importante, y lo tenía en la bolsa. Con él operó aquello de que amistad mata todo. Ciertamente no tiene las tablas políticas y ni siquiera la militancia morenista requerida para más o menos suponer que podrá con el paquete.
Pero, como sea, ya está ahí. Sin ningún mérito, pero ahí está. Ahora, debe hacer uso ya no del picaporte de la oficina principal de Casa de Gobierno, sino de la poca o mucha pericia de que disponga, para tratar al menos de que el barco no se le hunda.
Su reto será consolidar su posición al margen del mecanismo por el que llegó. Deberá tejer fino porque ni siquiera forma parte de la tribu más fuerte de Morena. Afuera y adentro de esa horda con fachada de partido, debe legitimarse. Por las referencias que tengo, Celis es, eso sí, inteligente. Pues requerirá mucha inteligencia para no defraudar a quien lo impulsó. Deberá encontrar la forma de conducirse en las turbulentas aguas que significan el lindero entre ser leal al gobernador, pero al mismo tiempo no parecer su títere. Solo así podrá aspirar a ser, algún día, respetado por él mismo, no por su amistad con el gobernador. Hoy no tiene ese respeto del morenismo. Deberá ganárselo. Veremos. Y a la pesadilla todavía le quedan 764 días. Twitter @jaimelopezmtz