La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema
Woody Allen (1935-?) Actor y director norteamericano
En un escenario de absoluta descomposición social y particularmente de una violencia desbordada, donde cada extraño es visto como una potencial amenaza a la integridad personal, familiar o patrimonial, no es ocioso cuestionar y poner en tela de duda la autenticidad de los datos que arroje el levantamiento del Censo de Población y Vivienda que esta semana arrancó el INEGI.
Y si al clima de inseguridad se le añade el de la incertidumbre por la creciente presencia del coronavirus, es lógico suponer que el ejercicio del INEGI de este año, que en realidad corresponde al de la década, pueda contener tal debilidad que en realidad no sirva de mucho en cuanto a sus resultados.
Lamentable, pero todo apunta a ello; México tiene un merecido reconocimiento por el grado de eficacia con el que el INEGI practica los censos, cuyos resultados han servido históricamente para la toma de decisiones, sean gubernamentales, sociales o privadas, con soporte en una realidad socio demográfica plasmada en este tipo de ejercicios censales.
Ahora, y en realidad no por nada atribuible al INEGI, el censo podría resultar peligrosamente sesgado por los factores ya señalados, y que tampoco serían como para responsabilizar a la sociedad: es absolutamente justificada la reticencia que seguramente mostrarán millones de mexicanos a siquiera dejarse entrevistar por los jóvenes del INEGI, ya ni hablar de franquearles el acceso al hogar o a los negocios o empresas. La inseguridad no es para menos y, repito, por si fuera poco acrecentada por el recelo, también natural, hacia el coronavirus.
El reto para lograr un censo creíble y eficaz es, pues, enorme para el INEGI, casi como que cuesta arriba; en ese caso no sería su responsabilidad como tampoco de la ciudadanía, sí en cambio del gobierno que ha sido incapaz ya no de revertir el nivel de violencia e inseguridad, sino siquiera de contenerlo
Ni hablar, todo hace prever que el Censo 2020 será también una víctima colateral de la inseguridad que vive el país. Veremos.
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