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viernes, mayo 2, 2025

CENTENARIO DE CRISIS

jaimelopezEnseñar no es transferir el conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción

Paulo Freire (1921-1997). Teórico de la educación brasileño

La Universidad Michoacana llega a su centenario en condiciones de evidente contrastes, aunque claramente en la balanza el lado deficitario es mucho más pesado y por tanto desequilibrante.

Digamos que en el “haber”, tiene la notable importancia que su nivel de posgrados ha alcanzado a nivel nacional, lo mismo que el de su investigación científica. Podría incluirse también en este rubro la acreditación que tienen ya la mayor parte de las licenciaturas, comenzando por la históricamente conflictiva Medicina.

Pero en el “debe”, la carga es evidentemente mucho más severa. La institución enfrenta su peor crisis financiera y, lo peor, que no se ve por dónde se contenga, ya ni hablar de que se revierta. Es de tal grado grave su carga financiera, que no es una exageración advertir que la única salida que pareciera de fondo, sería su refundación absoluta.

Es decir, no debe sonar descabellado perfilar un cierre de la Universidad, la liquidación de todo su personal y la cancelación, por el tiempo que sea necesario para planear su refundación, de todas sus carreras y programas de todos los niveles. Vaya, que por un tiempo no haya Universidad Michoacana y luego comenzar de cero, obviamente cancelando todas las leoninas prácticas, tanto de autoridades como de su personal y su alumnado, que le llevaron a la quiebra.

Y comenzar de cero significaría volver con todas sus carreras y programas, pero con el personal mínimo necesario para operar; significaría desaparecer los dos nefastos sindicatos que han depredado a la Universidad, desaparecer también las casas de estudiantes y a cambio entregar becas directas a los alumnos que lo justifiquen, y cancelar la viciada y corrupta práctica de la venta de plazas y la incorporación de personal que no se requiere.

Significaría obviamente cambiar de tajo el régimen de jubilaciones y pensiones, ampliando al menos a 35 años la vida laboral de sus trabajadores y haciendo que éstos aporten parte de su salario a la conformación del fondo de jubilaciones. Significaría por igual una reforma legal que obligue al Ejecutivo y al Legislativo a destinar cada año un presupuesto ya preestablecido con un porcentaje fijo del total de egresos, que se adecue conforme al nivel inflacionario, para que las gestiones por recursos adicionales sean un plus, no la clave para subsistir, como ocurre hoy.

Seguro podrían incorporarse muchos más factores a considerar para pensar en una Universidad “nueva”, pero al menos esos debieran ser imprescindibles.

¿Descabellado? A la luz de la realidad universitaria y política, puede ser. Si lo vemos en función de lo que en verdad requiere la institución, habrá que coincidir que para nada es irracional o descabellada la propuesta, solo que para materializarla hacen falta muchos más pantalones que los mostrados hasta hoy por todos los actores con alguna injerencia en el fenómeno.

La Universidad llega como enfermo terminal, como paciente desahuciado. Por eso, ni siquiera una reforma solo al régimen de jubilaciones y pensiones, puede verse como una solución integral, sería un paliativo. El cierre y la vuelta a empezar desde cero, parecen perfilar la única salida estructural. ¿Habrá la voluntad para tomar al toro por los cuernos? No lo creo, pero cómo quisiera equivocarme. Veremos. Como sea, felicidades al nicolaicismo. Digo, es mera cortesía porque no le veo qué tenga de felicidad. jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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