Confía más en el hombre que se equivoca siempre, que en el que nunca duda:
Eric Sevareid (1912-1992) Periodista estadounidense
Ni un solo renglón dedica el fastuoso Plan Michoacán por la paz y la justicia, a comprometer un resultado, una meta que pueda ser medible, en el rubro más delicado y relevante, el de la criminalidad y la inseguridad.
De sus setenta y nueva hojas, el “plan” -de alguna manera hay que llamarlo- dedica setenta a la recapitulación de los programas federales anuales de salud, educación, empleo, servicios, cultura, y varios rubros institucionales más, que de cualquier forma ya contenían el programa y calendario normal del 2026 para Michoacán.
Es decir, cada Secretaría envió su propio programa ordinario institucional previsto para el próximo año para ejecutarse en la entidad, y alguien se encargó de irlos subiendo a la presentación power point en cualquier orden, sin hilazón, como fue cayendo.
El resto, unas ocho o nueve hojas, dedicadas a anunciar el fortalecimiento de la presencia militar y policiaca en el estado. Tambien, lo que Sedena, Guardia Nacional, Marina y Secretaría de Seguridad, ya tenían como programas normales para el 26, fueron claramente copiados y pegados. Pero lo dramático es que en ese, el rubro más trascendente, primero no hay una sola palabra o concepto de ir por los criminales, de abatirlos o al menos de detenerlos, y segundo, nada siquiera cercano a una meta. ¿En qué porcentaje y tiempo se reducirán los índices de ejecuciones, de extorsiones, de cobro de piso, de desaparición de personas, de secuestros? El “plan” soslaya en absoluto las metas para medir con objetividad resultados al corto, mediano y largo plazo.
El “plan” presentado este domingo por Claudia Sheinbaum, no envía una sola advertencia a los criminales o a los cárteles. Claramente, éstos no se tocan ni el con pétalo de una mención. El documento es un modelo de rollo insulso, solo para salir del paso. Vaya, Sheinbaum ni siquiera tuvo los arrestos para venir a Uruapan a hacerlo público y a arrancarlo, o al menos a la comodidad de Casa de Gobierno.
Sin duda, los planes anti inseguridad de Calderón y Peña Nieto fueron al menos mejor trazados y contenían metas. No se cumplieron y fueron un fracaso, ciertamente, pero el de Sheinbaum ni metas contempla. Aquellos al menos en el papel comprometían ir por los criminales, el de Sheinbaum ni siquiera por demagogia los abarca. Es, doble contra sencillo, la crónica de otro plan, el tercero, fallido, por una sola razón: la 4T no quiere terminar con el crimen organizado y por ende no quiere terminar con la inseguridad; lo que quiere es salir del paso frente a la embestida ciudadana por el asesinato de Carlos Manzo. Contención de daños, es lo único que preocupa a Sheinbaum. Perdón por ser aguafiestas.
X@jaimelopezmtz



