No hay países subdesarrollados, sino mal gestionados
Peter Ferdinand Drucker
Es lo menos que puede hacer: el encargado del despacho de la Secretaría de Educación en el Estado, Héctor Ayala, ha cesado al director y a dos subdirectores de la Escuela Normal de Tiripetío, por haber permitido a estudiantes del plantel ingresar este martes para sacar vehículos oficiales y con ellos realizar un operativo de secuestro de un autobús, con el que más tarde embistieron un filtro sanitario y policiaco en la entrada a Uruapan. Al repeler el ataque, policías hirieron a dos normalistas.
Es decir, los directivos de Tiripetío fueron cómplices de los normalistas en sus hechos delincuenciales. Punto. Por eso, lo menos que podía hacer el secretario de Educación, era cesarlos. Lo ha hecho. Bien.
De hecho, la irregularidad de los directivos del plantel no sólo fue permitir que los estudiantes sacaran vehículos para delinquir, sino también haberles abierto la escuela, cuando ésta se supone que está cerrada desde hace varias semanas, en cumplimiento a los protocolos sanitarios derivados de la pandemia del coronavirus.
En todo caso, el hecho no viene sino a corroborar que los directivos de la Normal de Tiripetío están a merced de los estudiantes. Éstos son los auténticos dueños del inmueble, definen quiénes ingresan, métodos de “estudio”, sistemas de evaluación, guía de materias, calendarios. Todo, todo lo definen los alumnos. En realidad, Tiripetío se parece más a un cárcel, por los autogobiernos que ahí se implantan, donde los directivos son meros floreros, y se parece más también a una escuela del crimen organizado, por el tipo de formación que se tiene para sus jóvenes.
Por supuesto no se justifica la actitud timorata y servil de los directivos del plantel, pero puede explicarse por el temor que le tienen a los alumnos, auténticos delincuentes disfrazados de estudiantes. Un directivo que no se pliegue a lo que sus supuestos subordinados exigen, igual es echado a las primeras de cambio. En realidad, la suerte de los tres directivos estaba echada: si no cedían a las exigencias de los estudiantes, éstos hubieran presionado hasta lograr su cese. Como sí lo hicieron, entonces fueron cesados pero por el secretario de Educación.
Es lo peligroso de aceptar un cargo directivo en un lugar de vándalos como es Tiripetío. El episodio dibuja de cuerpo completo la realidad de ese, un lugar que hace ya muchos años no tiene razón de ser, pero que ahí sigue mamando presupuesto por la falta de pantalones de los gobiernos para ordenas su cierre, por temor al crimen organizado de la mancuerna Tiripetío-Cnte.
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