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Bernard Baruch (1870-1965) Financiero estadounidense
Pues no es atole con el dedo, pero sí chocolate lo que ofrece Claudia Sheinbaum. Claro, no cualquier chocolate, sino ni más ni menos chocolate del bienestar. ¡Qué caray, chocolate del bienestar!
Las farmacias del sector salud están vacías; los hospitales públicos sin insumos para una operación básica; el país es un cementerio: donde se perfora hay osamentas humanas; el narco domina la vida de los mexicanos; de las extorsiones nadie está a salvo; la inflación se ubica en niveles no vistos en 25 años; la corrupción galopa sin control; los mexicanos viven aterrados en Estados Unidos y los sectores productivos pasan la peor pesadilla con los aranceles absurdos impuestos por Trump. Pero para la presidenta, la prioridad es vender chocolates, no enfocarse en esos y otros escenarios, a cuál más de dantescos.
Es la frivolidad en todo su esplendor, pero Sheinbaum ya aprendió la lección de su mentor: no es necesario gobernar para todos, pero sí para sus bases, porque éstas se tragan cuanto venga del púlpito presidencial, y la venta de chocolate en las tiendas gubernamentales envía señales “dulces”, literalmente.
Ni hablar de los riesgos a la salud que implica el consumo de chocolate en un país mayoritariamente obeso y por ende con graves problemas de diabetes.
Es claro que la 4T tiene como máxima infalible el pan y circo romano. Bueno, en este caso el chocolate y el circo. Pero de que da resultado, sin duda.
X@jaimelopezmtz
