La alternancia fecunda el suelo de la democracia
Winston Churchill (1847-1965) Político británico
Claramente, las movilizaciones en contra de la construcción de la ciclovía en la salida a Quiroga y la que opera improvisadamente los domingos como tal en la avenida Madero, deben verse a la luz de dos realidades: por una parte la de comerciantes que con autenticidad se ven afectados por la obra ante una baja en sus ventas, y la otra, la de quienes la utilizan para llevar agua a sus molinos con un evidente trasfondo político.
Es claro que sí debe exigirse al gobierno, en este caso al municipal que encabeza Raúl Morón, celeridad en la ejecución de las obras públicas, máxime cuando éstas afectan directamente a la ciudadanía durante el tiempo que duran en su construcción.
El invariable beneficio de la obra pública, prácticamente de cualquier tipo, debe ir acompañada de la menor afectación posible a la ciudadanía, pero es evidente que la misma es imposible de evitar por completo, de ahí la relevancia de una correcta programación por parte del gobierno que la ejecuta; en todo caso, las molestias deben ser momentáneas, aunque inevitables.
Pero por otra parte, en el caso concreto de la ciclovía, tanto la de Madero Poniente en su lateral, como la dominical en el Centro Histórico, deben verse como acciones absolutamente necesarias y obligadas para la capital, si lo que queremos es impulsarla hacia la cultura del uso de la bicicleta, y disminuir paulatinamente el del vehículo, propio de las ciudades modernas. En sus cinco sentidos, nadie debiera oponerse a que haya cada vez más espacios para ello en la ciudad.
En esa lógica, no puede soslayarse el trasfondo político que pueda tener la injerencia del sector transportista en dichas movilizaciones en contra de las ciclovías, particularmente el de su dirigente José Trinidad Martínez Pasalagua, embarcado en una nueva aventura partidista y que acaso vea a la polémica por las ciclovías como pasaporte para posicionar su movimiento político, éste en todo caso válido desde luego.
Cierto, los conductores y concesionarios del servicio de transporte público, seguro también se ven momentáneamente afectados por dichas obras, al tener que invertir más tiempo y, por ende, más dinero en sus trayectos, pero es la misma afectación que tenemos todos los demás sectores sociales, y debe partirse de que también todos debemos sacrificar algo de tiempo, malestar y recursos, de manera temporal, a cambio de un buen duradero; esa es la convivencia social, esa es la regla de la mejora en los servicios públicos.
Bien nos haría a todos los morelianos serenar los ánimos; las ciclovías deben verse como una acción benéfica para la capital y aún para el bienestar de sus habitantes.
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