Es más fácil engañar a las personas, que convencerlas que han sido engañadas
Mark Twain (1835-1910) Escritor norteamericano
Sin ningún tipo de soporte o argumentación científica, pero sí por conveniencia política y hasta electorera, el gobierno de la Ciudad de México ha decidido que a partir de este fin de semana no es obligatorio el uso del cubrebocas en espacios públicos.
Por ende, es de suponerse que en el resto del país, sobre todo en los estados gobernados por Morena, se siga la misma línea política, no científica, en la toma de decisiones respecto de la pandemia.
En Michoacán, aun siendo morenista, hasta ahora el gobernador Ramírez Bedolla, habrá que reconocerlo, ha tomado esas decisiones con fundamentos científicos, lo que no es cosa menor si se considera la enorme presión que debe sentir al tratar de no incomodar a su desquiciado jefe político.
Es de esperarse, por tanto, que Bedolla mantenga la misma postura y no secunde la demencial decisión de Claudia Sheimbaum, dado que no tiene el menor sentido relajar protocolos sanitarios cuando en muchas partes del mundo, comenzando otra vez por China, los contagios vuelven a tomar niveles francamente alarmantes.
Y aunque no fuera así, parece un sin sentido, habida cuenta que implica correr riesgos innecesarios; lo advierten los especialistas, pero lo dice el sentido común: lo ganado hasta ahora en la pandemia ha sido por dos factores fundamentales, el cubrebocas y la vacuna. ¿Cuál es el caso de arriesgar lo avanzado cuando el uso de la mascarilla puede alargarse un tiempo más, sin que afecte en realidad a nadie?
Habrá que esperar, pues, que en Michoacán se mantengan los protocolos sanitarios basados en elementos científicos, pero en todo caso, la última decisión la tendremos siempre los ciudadanos: sea o no obligatorio el uso de cubrebocas, actuemos con racionalidad, no con la ignorancia y la perversidad de algunos gobernantes. Siempre estará en nuestras manos.
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