La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo
José María Vargas Vila (1860-1933). Escritor colombiano
La primera ocasión que el sindicato de burócratas estatales, el Staspe, se dio cuenta que el gobierno se estaba robando el dinero que le descontaba a sus agremiados supuestamente para ingresarlos en la cuenta bancaria del Fondo de Pensiones Civiles, fue en la recta final de la administración de Lázaro Cárdenas Batel. Y de ahí “pal real”, porque hasta hace apenas dos años que el fenómeno comenzó a corregirse. Leonel Godoy, Fausto Vallejo y Salvador Jara no sólo preservaron ese ilícito, sino que lo pulieron y corrigieron. Claro, todos bajo el disfraz de que se trataba de préstamos provisionales que luego devolverían, cosa que, ya se sabe, jamás ocurrió.
Según reconocen los propios líderes sindicales, fue hasta el gobierno de Silvano Aureoles que el fenómeno por fin se contuvo, al abonarse puntualmente mes con mes, desde octubre de 2015, tanto la cantidad que se retiene de la nómina a los burócratas, como la suma similar que por ley debe aportar de su presupuesto el gobierno.
Pero resulta que ninguno de esos gobernadores fue tan severamente vapuleado por el Staspe y demás sindicatos ciertamente afectados por ese robo, como los de empleados de los poderes Judicial y Legislativo, amén de la mafiosa Cnte.
Cárdenas, Godoy, Vallejo y Jara se encargaron de dejar sin recursos al fondo de jubilaciones, al robarse las aportaciones al mismo de los burócratas, pero los sindicatos nunca les presionaron ni trataron de acorralar como lo hacen ahora con Aureoles. Vaya, la primera información que se tuvo sobre el ilícito gubernamental, la generó el líder del Staspe, Antonio Ferreyra, a Respuesta. El problema ya tenía mucho tiempo presentándose pero ni siquiera se hacía del dominio público. A partir de informaciones de Respuesta sobre el particular, el caso estalló mediática y políticamente.
Las presiones de los sindicatos no pasaron de alguno que otro paro de brazos caídos y de “periodicazos”; demasiado blando para la gravedad del robo de que eran objeto. Pero llega Aureoles y, como se dijo, es el primero en al menos diez años que deja de robarse ese dinero, y con él los sindicatos, paradójicamente, suben el nivel de la presión, al grado de que para este martes tienen proyectado literalmente ahogar a la capital con marchas y bloqueos simultáneos por todos lados. Claramente, un contrasentido.
¿Por qué con todos los anteriores gobernadores el Staspe, la Cnte y demás sindicatos fueron tan blandos, si ahí eran objeto de un robo en despoblado?, y por ende, ¿por qué con Aureoles, que es el único que al menos ya cumple con esos pagos, más allá de que lo desviado antes de 2015 siga pendiente de saldar, son particularmente violentos?
Hay una razón contundente: la injerencia directa de la Cnte. Con ésta, Cárdenas, Batel, Vallejo y Jara fueron especialmente obsequiosos en sus contratos colectivos, razón por la que el desvío de recursos del fondo de pensiones no era un tema que preocupara a esa mafia disfrazada de sindicato. Pero en cuanto les fue cerrada la llave de los recursos multimillonarios en el gobierno aureolista, sobre todo con la cancelación de las plazas automáticas para egresados de las escuelas normales y la asignación de plazas al magisterio sólo por examen de oposición previo, la Cnte decidió orillar a los sindicatos de burócratas a salir a las calles de manera violenta.
Es decir, el radicalismo de las medidas de presión del Staspe es resultado de su nexo reciente con la Cnte, que claramente es la que lleva la batuta en ese maridaje. Mientras la Cnte fue beneficiada por el gobierno, el robo de aportaciones al fondo de pensiones pasó a segundo término; cuando el panorama cambió para ella, ahora sí se volvió tema el asunto de las pensiones civiles. Me parece que más claro, ni el agua.