La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica: destruye los cerebros
Noam Chomsky (1928-?) Filósofo norteamericano
A ver: nos alarmamos e indignamos, con toda razón, porque los Talibanes han tomado por asalto el poder en Afganistán, derrocando al gobierno legal y, lo más preocupante, haciendo huir a miles de habitantes de ese país.
Empero, en México no parecemos alarmarnos e indignarnos con nuestros propios fenómenos similares: en Aguililla, desde hace meses, y en Coalcomán, más recientemente, no Talibanes pero sí integrantes de cárteles del crimen organizado, de facto han tomado el poder igualmente derrocando, en los hechos, a los gobiernos legales y, también lo más preocupante, forzando a los habitantes de esos municipios a huir.
Aquí se reproducen escenarios, con sus particularidades, claro, pero que en el fondo presentan el mismo conflicto: la ausencia de estado de derecho y la presión a que se somete a la población civil, que se ve precisada a huir de sus tierras.
Solo que Afganistán, por el morbo mediático de la presencia de Estados Unidos y de los Talibanes, acapara primeras planas de todo el mundo. Y por supuesto que el fenómeno es de alto impacto periodístico, pero eso tampoco debiera hacernos olvidar que aquí, en México, en Michoacán, tenemos nuestros propios demonios sueltos.
Las imágenes de miles de afganos en sus aeropuertos tratando de huir de su país, son aterradoras, como también lo son las de cientos de habitantes de Coalcomán, otrora tierra pacífica y productiva, abandonando sus viviendas, con familia completa y escasas pertenencias al hombro, por el terror a los cárteles. Es una especie de diáspora indignante, terrorífica, pero a la cual parecemos estar acostumbrados, tanto, que ya no merece ni primeras planas, mucho menos ocho columnas.
Eso es volvernos una sociedad de cínicos.
twitter@jaimelopezmtz