Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá
Horacio (65 aC-8 aC) Poeta latino
Marco Antonio Lagunas debe renunciar. Ha sido no sólo un dolor constante para el gobernador Silvano Aureoles, sino también un fiasco como autoridad supuestamente reguladora del transporte público en la entidad, pero lo peor, que ahora es el principal responsable de la violencia desatada por taxistas en contra de conductores que dan servicio de transporte a través de aplicaciones digitales, Uber básicamente.
El episodio de este lunes, donde energúmenos taxistas agreden a un conductor de Uber hasta destruirle el auto, ante la mirada pasiva de medio mundo, puede ser un aviso, un terrible aviso, de una tragedia que se avecina en cualquier momento.
Lagunas, por alguna razón no fácil de entender, a menos que nos dirijamos al sospechosismo vinculado a algún interés no claro con el gremio transportista, se ha dedicado a solapar las agresiones de éste en contra de los conductores de Uber y demás plataformas digitales.
Cocotra ha organizado auténticas celadas que su personal, policías y los mismos taxistas, le tienden a los trabajadores de la “competencia”, convocándolos a determinado sitio haciéndoles creer que se trata de un servicio solicitado, y ya en el lugar son víctimas del atraco por parte de la dependencia, que les recoge, sin tener autorización para ello, el vehículo, y para devolvérselos exige de veinte a treinta mil pesos, también sin soporte legal alguno, en algo que huele más a extorsión que a multa oficial.
Cocotra no tiene ninguna atribución para detener, menos sancionar, a un vehículo particular, preste el servicio que sea. El dinero que les cobra para regresar el auto a su propietario no tiene soporte legal, por lo que incluso se estaría configurando un fraude, por no decir que un asalto abierto, desde la misma autoridad, en este caso Cocotra.
Y encima de todo, alienta a los taxistas a instrumentar ellos mismos sus propios operativos de “cacería” de Uber. Y dado que las agresiones son siempre cobardes, porque invariablemente se trata de grupos de diez o doce taxistas en contra de un solo conductor de plataforma digital, es fácil prever que es inminente una auténtica tragedia, en la que ya los energúmenos del volante no solo destruyan el auto de la competencia, sino priven de la vida a su conductor, tarea en la que probablemente contarían con la participación abierta de los inspectores de Cocotra y por la misma policía, que se presta a esas arbitrariedades.
Son ya varias las ocasiones en que el gobernador Aureoles se refiere a la necesidad de que los taxistas concesionados entiendan que la competencia es necesaria y que lo que deben hacer es mejorar la calidad del servicio que prestan, e incluso este mismo lunes condenó la última agresión y ofreció sanción penal para los autores. Pero Lagunas, con sus acciones, parece mandar al diablo a su jefe el gobernador una y otra vez, en aras posiblemente de no fallarle a los líderes del transporte, con los que claramente sí tiene el compromiso serio, no con el gobernador, por razones que acaso no sean precisamente transparentes.
Por eso, es indudable que Lagunas dejó hace mucho de ser necesario para Aureoles, y hoy le significa un dolor de cabeza, por lo que éste pronto tomará una decisión drástica al respecto. Si no, al tiempo.
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