La corrupción es como una bola de nieve: una vez que comienza a rodar solo puede seguir creciendo
Charles Caleb Colton (1780-1832) Escritor británico
El médico Elías Ibarra Torres, secretario de Salud, haría bien en reconsiderar la permanencia de Hebert Israel Flores Leal como titular de la Comisión Estatal para la Protección de Riesgos Sanitarios. La razón: su cargo es moral y éticamente incompatible con sus tareas políticas.
Flores es, al tiempo de titular de esa muy importante dependencia gubernamental, matraquero oficial de Claudia Sheimbaum a nivel distrital. Pero él jura y perjura que se conducirá con responsabilidad para no involucrar sus trabajos en Coepris con los de Morena, dado que éstos últimos los atenderá «por la madrugada».
Patrañas. No tengo la menor referencia de quién es Hebert Flores. Regularmente a la Coepris han llegado expertos en Salud Pública, en Epidemiología o en Medicina Preventiva. Entiendo que él no es ningún experto en la materia, y que su nombramiento es muy en el perfil 4T: improvisación conjugada con «lealtad».
Ahora que ha sido designado coordinador distrital de las tareas de apoyo a Claudia Sheimbaum, Flores dice no ver nada de malo en traer las dos camisetas, dado que de día trabajará como titular de Coepris y de madrugada como matraquero de la corcholata consentida de Palacio Nacional. Flores parece no haber tenido la capacidad de interpretar la advertencia del gobernador Ramírez Bedolla a sus funcionarios, en el sentido de que deben olvidarse de tareas partidistas.
Pero además, la Coepris demanda literalmente tiempo completo. Es una payasada eso de que su trabajo partidista pro Claudia lo hará de madrugada. Acaso haya otras responsabilidades en el gobierno que pudieran permitir ambas tareas simultáneamente, porque sean menos relevantes. No es el caso de la Coepri.
Flores debiera saberse afortunado de estar en esa oficina, sin tener mayor mérito profesional, y por tanto cuidar con doble esmero su nombramiento. Pero todo apunta a que no es así. Por tanto, ética y moralmente estaría obligado a renunciar. No lo hará, obvio, por lo que el secretario Ibarra debiera reconsiderar su permanencia. Veremos. Y a la pesadilla ya sólo le faltan 621 días.
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