Cualquiera que tenga el poder de hacerte creer idioteces, tiene el poder de hacerte cometer injusticias
Voltaire (1694-1778) Filósofo francés
Así, con las patas o, un tanto más elegantemente, sobre las rodillas, debe decirse que está diseñada la “estrategia” federal de vacunación. Los hechos evidencian la ausencia absoluta de un manejo científico y profesional.
Primero, la compra o el apartado de vacunas fue un absoluto fracaso. México, hoy se sabe, no se formó a tiempo en la ventanilla de ventas de las farmacéuticas y por eso las escasas dosis que llegaron al país hasta ahora son básicamente “regalos” de Rusia, China y La India. En ello, es probable que la cavernícola visión que tiene el presidente López Obrador de la “austeridad”, sea la causa de ese criminal descuido.
Luego, ya considerando las escasísimas vacunas que hay en México, era de esperarse que al menos se orientaran correctamente. Pero no. Ni siquiera el personal médico del sector salud en su totalidad ha recibido la primera dosis. Menos el del privado. Eso sí, López Obrador ordenó que se vacunara, antes que a médicos y enfermeras, a maestros de Campeche y, obvio, a los llamados servidores de la nación.
Y las sobras que han ido quedando, igualmente se aplican sin ningún sentido epidemiológico ni sanitarista: en lugar de comenzar a vacunar a los adultos mayores de los principales centros urbanos del país, vamos al revés, se consideran pequeños poblados donde la incidencia de casos no es tan grave. Ello podría tener una sola explicación: vacunar en una gran ciudad llevará muchos meses, acaso años, al ritmo que va el gobierno federal, y no habría nada qué vender electoralmente hablando. En cambio, vacunar a una población de unos cuantos cientos de adultos mayores, permitirá cantar victoria y levantar bandera blanco en un municipio. Al final de cuentas, para efectos propagandísticos, cuenta igual el municipio de Aguililla que el de Guadalajara. Cada uno es un municipio y bajo esa lógica tramposa, para las elecciones habrá muchos municipios vacunados, aunque la población de mexicanos inmunizados no alcance siquiera un 5 por ciento.
Y como era fácil suponer, comienzan a presentarse casos vergonzosos, como en Nuevo León, donde lotes de vacunas tuvieron que perderse por descuido y falta de pericia en su manejo. O como este lunes en Michoacán, donde las pocas poblaciones consideradas vieron retrasar la llegada de la vacuna, por falta de jeringas apropiadas. Eso tiene una explicación: al frente del esquema de vacunación están los operadores electorales de la 4T, no los epidemiólogos y especialistas del sector salud, que tienen una vasta experiencia en esos menesteres. Pero como se trata de que cada vacuna signifique un “con los atentos saludos del señor presidente”, eso sólo lo pueden hacer los servidores de la nación.
La ineficacia de las estrategias federales sería anecdótica en cualquier otro rubro. En el de la vacunación no, es criminal, porque cada día de retraso significa muerte. Pero eso, está claro, no parece importarle al insensible huésped de Palacio Nacional. A él, garantícenle votos y está conforme. Dramático.
twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com