Los políticos corruptos hacen que el otro diez por ciento se vea mal
Henry Kissinger (1923-?) Político norteamericano)
La gran interrogante es si Ovidio Guzmán fue capturado por López Obrador, o pese a López Obrador. Es decir. Si fue resultado de una política de estado, evidentemente avalada por el presidente, o de una medida ajena a éste, incluso contra su voluntad o, por lo menos, a regañadientes de él.
Y es que no es fácil encontrar una explicación a la detención de un capo de tal envergadura, cuyo cártel indudablemente ha tejido connivencia con el gobierno en turno. Podría haber acaso un par de explicaciones: un manotazo en la mesa con fines político-electorales, o para entregar la cabeza del capo en bandeja de plata al presidente Biden, a horas de su arribo a tierras aztecas.
La primera versión cae por sí sola: López Obrador no necesita, o él no creer necesitar, golpes así de rudos y peligrosos para ganar votos. Y creo que en eso tiene razón. La segunda opción tendría algo más de sentido, aunque para «quedar bien» con Biden bien podría entregársele la cabeza de otro capo, no de tal magnitud y sobre todo con el que no haya la «amistad» histórica que hay con el cártel sinaloense y sus jerarcas.
Queda suponer entonces que es más sensata la explicación de que la detención de Ovidio fue ajena al presidente e incluso contra su voluntad, o bien que sí la ordenó él pero obligado por factores externos fuera de su control. Investigaciones penales contra los suyos en Estados Unidos, bien podrían ser la moneda de cambio.
Como sea, lo que es un hecho es que la segunda captura de Ovidio significa un parteaguas en el gobierno de López Obrador, y acaso no sea para bien, como quieren vendernos sus redes de apoyo, sino un parteaguas de enorme riesgo, quizá no calculado aún. Si en este proceso hubo alguna traición, por la razón que sea, vienen días muy difíciles. Más difíciles aún. Al tiempo. Y a la pesadilla ya sólo le quedan 634 días.
twitter@jaimelopezmtz
