Algo no va bien en una sociedad que va al gimnasio en coche para montar en una bici
Bill Nye (1955-?) Educador norteamericano
En lo dicho: la sorpresiva embestida norteamericana contra líderes de crimen organizado de México, básicamente contra los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán, está arrinconando en un callejón sin salida al presidente López Obrador.
Tan es así, que este jueves, apenas horas después de que se publicara la recompensa que el gobierno de Estados Unidos está ofreciendo por información que lleve a la captura de los vástagos de «El Chapo», por la friolera de cien millones de pesos, el presidente mexicano comenzó a trastabillar y a pasar aceite, porque además ha quedado ratificada la vigencia de una comisión especial yanqui para asuntos de seguridad «trasnacional», que le permitiría, muy al estilo nada diplomático del Tío Sam, enviar fuerzas a cualquier otro país a detener a quien, a su juicio, ponga en riesgo la seguridad de su país.
Dijo López Obrador primero que por supuesto nunca se va a permitir que agentes de otro país vengan al nuestro a realizar detenciones de delincuentes, como si Estados Unidos fuera a requerir alguna autorización expresa si en un momento se decidiera a atrapar a alguno de los Guzmán, particularmente al que parece el gran cobijado por el gobierno mexicano, Ovidio.
Eso sí, López Obrador aseguró enfático que las órdenes de aprehensión en nuestro país, las cumple el gobierno mexicano. Todo estaría bien, de no ser porque en febrero del 2019 Ovidio ya había sido detenido en Culiacán por fuerzas militares, pero dejado en libertad unos minutos después por órdenes presidenciales.
¿Cómo debe entenderse entonces que el gobierno mexicano va a arrestar a los capos sobre los que pesan órdenes de aprehensión, cuando a uno de los más relevantes lo dejó ir intencionalmente? Es un contrasentido bárbaro.
En realidad, lo que López Obrador le quiso decir a su homólogo Biden, es que no se preocupe por los Guzmán, aquí los vamos a detener, pero lo que en verdad le dijo fue que jamás su gobierno va a ir por ellos, ni por ningún capo, y tampoco piensa autorizar a agentes norteamericanos a venir en pos de ellos.
La primera reacción del mandatario mexicano ante la disyuntiva, fue mantenerse en su postura pro cárteles, aunque eso le signifique contrariar a Biden. Habrá que ver qué pasa cuando éste último le exija a México la detención de los capos sinaloenses, o en su defecto decida venir por ellos, porque está claro que el gobierno de la 4T jamás levantará una mano en su contra. Como era previsible, el tema ya comenzó a hacer trastabillar a López Obrador, y viene lo peor. Twitter @jaimelopezmtz