Con las leyes pasa como con la salchichas; es mejor no ver cómo se hacen:
Otto Von Bismarck (1815-1898) Político alemán
En definitiva, a Andrés Manuel López Obrador le ha afectado la soledad, su auto exilio en La Chingada. Si nunca fue brillante en términos intelectuales, hoy parece seriamente dañado en su estado emocional.
Dice en el video que nos recetó este fin de semana -para tranquilidad de los millones que andábamos con la preocupación-, que no piensa recorrer el país para promocionar su libro “Grandeza”; empero, amaga con hacerlo si se presenta alguno de estos tres escenarios: que estén en riesgo la democracia o la soberanía, o que tenga que proteger a la presidenta Sheinbaum de un golpe de estado.
Ya lo perdimos definitivamente: ¿qué supuesta democracia va a salir a defender, si él se encargó de aniquilarla, dejando perfilada la reforma que terminará con la credibilidad de las elecciones? En México ya no hay democracia que “defender”.
En su delirio advierte que también se movilizaría si estuviera en riesgo la soberanía. Perdón, pero la soberanía se perdió cuando entregó el país a los cárteles. ¿De qué soberanía habla? Ni democracia ni soberanía existen ya. No las hay.
Pero también afirma que la otra posibilidad de que salga a recorrer el país es si hay un intento de golpe de estado. ¿Qué fuma el tabasqueño?, solo en su enfermiza mente puede verse un golpe de estado en puerta.
El Quijote veía en los molinos de viento caballeros con los que había que pelear por el honor. No está mucho más cuerdo López Obrador, que ve golpes de estado y ataques a una democracia y una soberanía que ya no existen.
El tabasqueño debe contar hasta diez y serenarse. Si no, su siguiente video serán grabado en el diván del siquiatra, mientras éste le cuestiona si el monstruo que dice ver está en ese momento ahí, en el consultorio junto a ellos. Lo bueno es que sus eternos doscientos pesos le deben de alcanzar para cubrir la consulta. X@jaimelopezmtz



